¿Cuándo
se volvió solemne la literatura? ¿Quién se encargó de jodernos el mundo
literario? Seguro existen muchas respuestas para ello y podría armarse un
debate, donde los sombrerazos, cachetadas, mentadas de madre y
descalificaciones no faltarán.
La academia y la crítica literaria son
los principales culpables. Sus fórmulas, sus métodos para analizar un texto han
jodido la existencia de la literatura. Si entra en “x” procedimiento es buena
obra; si se apega a cierta estética: trascenderá. Hay poco espacio para los
experimentos, para la transgresión.
A lo anterior, debe sumársele que el
mundo de la poesía está lleno de muchos “cuasi poetas” y vedetismo. Es el
género que más ha sufrido por culpa de las academias y/o las tradiciones.
Pareciera que hay tres banderas a seguir: escribir a lo Paz, a lo Sabines o a
lo Bukowsky; en caso de que ambicionen. Otros se conformarán escribiendo tal
cual se lo diga su mentor o compañeros de taller. Pocos se atreven a jugar con
la poesía y a buscar ser “ellos mismos” en el ámbito poético. Casi ninguno es
capaz de generar su propio universo poético, ya no digamos simbólico.
Un caso extraordinario y disfrutable es
Karen Villeda con su poemario Tesauro.
Ha construido un poemario –a modo de diccionario- donde se cuenta la historia
de sus protagonistas: Femenino y Masculino, que son re-significados. Un
poemario que por su estructura rigurosa daría aires de seriedad, sin embargo
regala divertimentos cargados de ironía sobre lo que puede significar la pareja.
Un poemario que juega con las estructuras propias del género. Desconstruye para
generar su propio universo donde la matemática y la lingüística se convierten
en sirvientes de la poesía.
Tesauro
es un poemario que demuestra que aún no está todo dicho en la poesía mexicana.
Karen Villeda no proviene de academias
literarias, no pertenece a ningún grupo y está forjando su propia voz; por algo
ha sido acreedora del Premio Estatal Dolores Castro (2007) y el IV Premio
Nacional para niños Narciso Mendoza (2005); incluso pocos son los poetas que se
animan a escribirle a los niños, por mucho el lector más exigente.
Originalidad, exigencia al lector,
experimentación, construcción poética e irreverencia son las razones por las
cuales debe leerse Tesauro.
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*Tesauro.
Karen Villeda. Tierra Adentro: 2010. México
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