viernes, octubre 31, 2008

Cuasi poesía

Los poetas leen poesía entre poetas,
“cuasi poetas”, tal vez “poetas”,
pero nadie escucha,
sólo leen de noche
a la luz de una lúgubre lámpara,
en un recinto antiguo y frio,
y se dedican “poesía”,
probablemente, piensan,
que así el público y el colega,
pondrán atención.
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Cerca de los poetas
están los ritualistas de la cerveza,
que es bebida y acompañada
con un cigarro,
seguramente, hablan de los poetas
que leen “poesía”:
“éste es bueno”, “no, aquél es mejor”,
“calla, tonto, el canoso es tremendo”.
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La poesía es un rito,
requiere, en primera instancia,
de un poeta que escriba poesía,
luego la publicará,
para después ser leída
con la enjundia y el tono
que el poema exige,
ante un público repleto,
seguramente de poetas.
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Los maestros, ahora leen
verdadera poesía,
que cala, penetra y se esfuma,
es poesía.
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Los aprendices de poeta
escucha poesía,
atentos esperan descifrar
y desentrañar las claves
del arte de la poesía,
y antes, desde luego,
convertirse en poeta,
la pose importa mucho.
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“Salud”-dicen en el fondo-
“por la poesía”, brindan,
siempre es un buen motivo
brindar por la poesía.
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Los aprendices escuchan
y asienten cada verso
que el poeta lee,
lo valida, pero ¿lo comprenden?
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Y la poesía evoca a los muertos
un día antes de los días
que se dedican a la muerte.
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La muerte que danzaba
a media tarde, luchando
para no ser desterrada, exiliada,
desplazada por la cultura de la calabaza.
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Por cierto, hoy lo poetas
hablaban del exilio, o al menos,
bajo el exilio otorgado y/o buscado.
El exilio, es una variante de la muerte.
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Días atrás, un poeta se quejaba
de la pose y la excesiva abundancia
de “poetas” en la tierra,
y yo como poeta, escribo poemas,
no poesía, jugando a imitar
a un viejo amigo, que como yo,
está en igualdad de circunstancias.

Una foto de poetas

Una de las mesas de lectura del IX Cngreso de Poesía y Poética, dedicado esta ocasión al exilio.
En esta imagen aparecen de izd a derecha: Julieta Cortés, Javier Zuñiga, Saúl Irbagoyen, Renato Prada, Raúl Renán, Ldmila Biriukova.

Critica Palou García las poses poéticas-(Intolerancia diario/Cultura-Federico Vite 30/10/08)

Durante la presentación del poemario Ciudadela de Miguel Maldonado, Pedro Ángel Palou dio una cátedra acerca de porqué la literatura se ha vuelto una mercancía.
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La presentación del poemario Ciudadela de Miguel Maldonado sirvió de pretexto para que el narrador, ahora investigador de la Sorbona de París, Pedro Ángel Palou García diera una cátedra de por qué la literatura se ha vuelto una mercancía.
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El pasado miércoles por la noche, el auditorio de San Pedro Museo de Arte fue testigo de una de las presentaciones de libro más concurridas en Puebla, pues ante cien personas, los escritores José Prats, Fritz Glockner y Pedro Ángel Palou García disertaron acerca de la poesía nacional. Tomaron como referencia el libro Ciudadela para comentar las mil y una poses que los poetas nacionales tienen.
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El tercero en turno, como plato fuerte fue Palou García, quien inició su comentario hablando de la facultad de los jóvenes escritores por ser poetas. “Todo joven que escribe quiere ser poeta, pero no entienden que lo más difícil es hacer poesía”, dijo. Maldonado, agregó, ha dicho en conferencias de prensa que su libro es un testimonio de ser indocumentado, pero este poemario trata una experiencia que se vuelve literatura al confrontarse en el papel. “Maldonado sabe que escribir también significa ser despiadado con las experiencias, traducirlas en documentos literarios, en hacer terrorismo con el lenguaje”, expuso.
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En México, afirmó, como en varios países de lengua española hacer literatura se ha vuelto una forma de mercancía, se manejan los libros como un producto, no como una planta nuclear que genera su propia energía. “En este poemario descubrimos eso, es un libro que genera su propia energía, nos recuerda que escribir es una forma de nombrar indirectamente, como lo hizo Shakespeare”, explicó.
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Cuando uno escribe, aleccionó, debe de desechar las frases viejas, las poses, la forma casada de escribir.
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Los comentarios de Glockner estuvieron relacionados con la fortaleza de leer un poemario que aunque aborde la fragilidad humana, potencia la vitalidad del ser humano.
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Por su parte, Prats mencionó que tras la primera edición de Ciudadela, la cual obtuvo el premio Gutierre de Cetina 2006, tiene una nueva forma de leerse, un diálogo dentro del propio libro.
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Maldonado agradeció la presencia del público. Leyó algunos fragmentos de su libro e invitó a que el público que deseara platicar con los comentaristas y el autor lo hiciera durante el brindis de honor.

jueves, octubre 30, 2008

Fuga a la muerte

Diario Milenio-Puebla (30/10/08)
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El título completo de este libro del investigador Alejandro Padilla es El primer paso y fuga a la muerte, la historia de Pablo Alvarado Barrera, edición que fue presentada en Puebla en días pasados por Rubén Aréchiga y el periodista Alfonso Yáñez Delgado.
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Sólo tres investigadores, luego de 35 años, han dedicado espacios para hablar del asesinato de Pablo Alvarado Barrera, ocurrido en Lecumberri la noche del 4 de diciembre de 1971.
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En algunos momentos de la lectura, uno piensa que está ante una novela por la manera en que Alejandro Padilla se dedica a narrar los hechos.
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Padilla supo de la muerte de Alvarado Barrera desde el primer momento; él era entonces estudiante de la primera generación del CCH Oriente. El libro que pudimos conocer y leer es el producto de muchos años de entrevistas e investigación acerca de la extraña muerte que rodeó al personaje. Aunque poco se conoce de la vida de Pablo Alvarado, en El primer paso… hay pistas que nos van guiando hacia él. Resulta interesante saber por qué nadie quiso hablar nada después de los sucesos de esa noche en El Palacio Negro de Lecumberri; y por qué, quienes han investigado el Movimiento Popular Estudiantil de 1968 no le han dedicado una sola línea. Es más, dice el autor del libro, “no aparece en el registro de ningún índice onomástico”.
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Enigmática personalidad la de Alvarado Barrera: no tenía familia. Hijo único, cuando fallece su madre (no conoció a su padre) se dedica con poca fortuna al magisterio en la Sierra de Chihuahua, de donde era originario. Alvarado Barrera había nacido en Santa Eulalia, lugar donde se explotó hasta que sus vetas quedaron vacías, la plata.
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Al parecer, el asesinato de Pablo Alvarado Barrera se trató de un plan bien elaborado para quitarse de en medio a un luchador social que se presume estuvo vinculado un tiempo a la Ugocem. Ante el pretexto de que pretendía fugarse junto con otros dos internos, le dispararon cuatro tiros, todos a quemarropa y en la cocina de Lecumberri a las 10.45 de la noche.
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Narra el autor que, ante el sentido que le alertaba de algún peligro inminente, Pablo Alvarado se negó a ir a la cocina, desde lo estaban llamando para ultimarlo.
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En los anexos de El primer paso… podemos ver parte de su vida: un maestro con mucha inconsistencia, un hombre que no le gustaba permanecer en un solo lugar, un hombre que se interesaba por los demás y desapegado a los bienes materiales.
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Un misterio sigue cubriendo la muerte de Pablo Alvarado. En efecto: no perteneció a movimiento político alguno, no militó en las filas de ningún partido político y fue violentamente asesinado en Lecumberri en 1971.
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Alejandro Padilla realizó la investigación con recursos propios. El libro, no está de más decirlo, fue rechazado por dos editoriales, por lo que se decidió una impresión de autor. El libro está en las Gandhi y ahí puede conseguirse, si al lector le interesa conocer esta historia que fue parte de la Guerra Fría.

miércoles, octubre 29, 2008

El re-encuentro y la presentación

En la foto, dos personas que son parte importante de mi vida: Carmen Barranco, mi adorada y querida novia, y Pedro Ángel Palou, el eterno amigo y maestro.

“Contra las buenas intenciones”-(Columna "El Guardián del diván"-Diario “El Columnista” de Puebla- 28/10/08)

Cual cartel de box, la portada del libro número 6 de la colección “Versus” de Tumbona Ediciones, anuncia al lector que se encontrará con dos ensayos antipáticos que pelean contra las nuevas variantes de una vieja afición: meter las narices en lo que no nos incumbe. Un alemán y un mexicano escriben contra el apapacho y los entrometidos, respectivamente.
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El primero en abrir la pelea con el texto “¿Todo bien?”, es Hans Ulrich Gumbrecht (Würzburg, 1948), quien ha escrito “Producción de presencia” y “Elogio de la belleza atlética”. Dicho ensayo aparece escrito a manera de carta y con un humor sarcástico y negro, el autor hace una breve reflexión crítica-comparativa del comportamiento del europeo y del californiano. Critica la excesiva felicidad californiana y añora al mismo tiempo la frialdad europea, pero también hace un claro énfasis en el daño que hace el extremo de cada postura y termina por optar por una sana indiferencia, pues así uno se podría librar de hacer preguntas socialmente correctas y sinceramente falsas: ¿está todo bien?, cuando en realidad es un mero formalismo, pues al ejecutor seguramente no le interesa saber los detalles de tu vida que te hacen comportarte de una u otra forma, la indiferencia serviría para alejarse de ser víctima de un sermón que busca regresarlo a uno por el buen camino de la conducta adecuada dentro de la sociedad.
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“Los entrometidos”, segundo alegato en cuestión, es escrito por Antonio Ortuño (Guadalajara, 1976), quien recientemente fue finalista del Premio Herralde de Novela 2007 con su obra “Recursos Humanos”, entrega, ahora, al lector este divertido ensayo que hace una reflexión sardónica sobre una experiencia que tuvo al asistir a un taller literario en el cual se intentaba hablar de una obra que no habían leído y sobre la cual antes que entender el mensaje de la propia novela, si es que lo tiene, buscaban ver si la obra había tomado aspectos de la realidad mundial o quizá estaba basada en una experiencia de vida del novelista. Pero Ortuño, dice, y lo hace bien, que esto es imposible pues “escribir no es mostrarse, sino ocultarse y mutar”. Y le pide al lector que deja de pensar que el escritor hace novelas para ahorrar la paga de un psicoanalista y pide al crítico literario estudiar a la obra bajo la lupa de la estética si es que se piensa abordarla desde el aspecto de la construcción, pero si uno quiere ponerle énfasis al contexto, entonces se debe hacer desde la análisis del fenómeno literario.
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El diván sentimental
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Querido Mario Alberto: a nombre de mis padres, Marcelino Godínez y Silvia Pérez, de mi novia, Carmen Barranco y a título personal, te enviamos a través de estas palabras, un sincero y fraternal abrazo, acompañado de amplios y francos deseos para que pronto encuentres la paz y el ánimo para seguir adelante. Una vez más, querido amigo y hermano, para ti de todo corazón recibe un abrazo y ósculo de paz.
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Invitación
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Este miércoles a las 19:00 horas en Museo de Arte San Pedro se presenta el poemario “Ciudadela” de Miguel Maldonado. Lo acompañarán Pedro Ángel Palou, Fritz Glockner y José Prats

martes, octubre 28, 2008

La consagración de la pangea

Diario Milenio-México (28/10/08)
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Un “cúmulodepalabras” pasa ahora mismo sobre la página. A través de la ventana es posible ver la “monumental M” de la montaña. La tormenta que se avecina será, sin duda, “una precipitación de palabras fundamentales”. La península es un tumor. Después, cuando todo acabe, quedará la “mancha en el asfalto. Fuera de foco/ lúbrica la visión del mecánico”. El firmamento, arriba; la fragancia de ciertos jardines, abajo; en medio: ese estado mental dentro del cual surge, con definitividad temeraria, la visión: “la distancia entre Liechtensein y Uzbekistán es un mar”.
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De aquí hacia allá: la mirada en el telescopio.
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De allá hacia acá: la mirada en el microscopio.
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Entre una y otra: la tecnología del lenguaje sideral.
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De la cintura del continente al registro de los cráteres que contienen “el alma lunar”, el Transterra de Gerardo Villanueva abraza el globo terráqueo en su amplitud más majestuosa y también en la más humana. Activan el ojo, es cierto, pero sus palabras van dirigidas, sobre todo, al pie. Levántate y anda, murmura su Lázaro privado. Toca. Percibe. Elévate y, luego, húndete aquí, nada (de nadar). Nubosidad variable. Sobrevive. Esto es una grieta. Aquí se abre una cartografía privada. El meridiano de la ansiedad se escribe así. La altitud. El viento. Las fronteras. ¿Sientes el palpitar de la geografía bajo la palma de la mano o en el rabillo del ojo? Más que agente globalizador, ese Lázaro que repta iconoclasta en las páginas transterrenas de Villanueva es, para utilizar la terminología de la teórica y crítica literaria Gyratri Spivak, un sujeto planetario. La diferencia entre uno y otro es estética, ciertamente, pero también es política. La diferencia, en todo caso, va más allá de la terminología y tiene que ver con los lazos que vinculan—ya con melancolía o con silencio, ya con celebración o movimiento—a los unos con los otros—al uno con el otro: la naturaleza y la consciencia, el paisaje y la ciudad, la historia y el cosmos.
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En Transterra, quiero decir, las grandes derivas no son abstractas. Aquí la historia se escribe con la mayúscula de las dimensiones estelares y con la minúscula del cuerpo. Telescopio y microscopio al mismo tiempo, el sujeto planetario entiende que la alteridad, en efecto, “nos contiene y nos arroja fuera de nosotros mismos” al mismo tiempo; que, como también lo afirmaba Spivak, “lo que está por encima y más allá de nuestro alcance no es un continuo con nosotros ni es, de hecho, una discontinuidad”. Aquí el sujeto, en efecto, se sujeta: a la superficie terrestre, al devenir de la historia, a la memoria personal, al otro. El ser es una criatura, aquí. La fuerza de la gravedad. Divino y terreno a la vez, en continua retroalimentación con lo que lo rodea, el sujeto planetario se desliza con singulares poderes de percepción sobre esa “tierra existencial”, como la denominara el crítico social Mike Davis, “formada por la energía creativa de sus catástrofes”
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Atenta a la superficie terrestre y a sus fenómenos tanto naturales como humanos, la poesía de Villanueva hace eco de los postulados de una geología contemporánea afincada en una reconsideración puntual de la catástrofe. Contrario a los universos aislados y predecibles que configuraron las imaginaciones de Newton, Darwin y Lyell, la tierra que imaginan unos cuantos científicos conocidos como neo-catastrofistas—entre los que se cuentan Kenneth Hsu en China y Mineo Kumazawa en la Universidad de Nagoya—no es inmune para nada al caos astronómico. Al contrario, parte singular de un sistema solar histórico que no parece preñado de vida a la menor provocación, la tierra es la corteza donde convergen, y esto continuamente aunque a escalas de tiempo distintas, eventos terrestres y procesos extraterrestres cuya evidencia más dramática aparece, precisamente, en forma de impactos monumentales de los cuales se generan las catástrofes. En Transterra, Gerardo Villanueva produce las palabras de esa geocosmología: una amplitud descomunal, una precisión casi científica, el guiño del humor, el fluir constante. Sus náufragos “llegan a Islas Galápagos,/ encuentran un nativo/ sin lenguaje para celebrar/ la recepción. Sus vouyeristas meditan: “Los cúmulos globulares vistos de lejos/ parecen supernovas./ ¿Acaso se trata de un nudo electromagnético, un triángulo amoroso, o/ una galaxia irreverente ? Lo mismo da./ Aquí, las leyes de Kepler se enredan, mientras en el televisor/ la pornografía sigue”. Sus radioescuchas (castellanos o panamericanos o simplemente americanos) le dan pie para invitar a Severo Sarduy: Yo diría que Artaud fue a la Sierra Tarahumara para escuchar.
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De una cierta contraesquina del Pacífico (Tijuana) a la cintura del continente (Oaxaca), de la urbe finisecular (la Ciudad de México) al triángulo de la Polinesia, el sujeto planetario Transterra, que es sólo otra forma de decir “se mueve en el lugar más hondo que es el aquí”. Fuera, pues, del discurso abstracto de la globalidad y enraizado, al contrario, en el más concreto de los posicionamientos errantes, este Transterra transita e inventa un planeta nervioso y herido, cejijunto, socavado. Vivo.
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* Nota introductoria para el libro Transterra, de Gerardo Villanueva (Guadalajara: Litoral, 2008).

Recuento de los daños

Día: 27 de octubre de 2007, 7:14 horas, apróximadamente.
Lugar. hogar del accidente, este, es el que escribe.
Acción: el portón de mi casa se cayó encima de mi.
Resultado: dedo meñique de la mano izquierda lastimado.
Condición: pellejo levantado, harta sangre y mucho dolor.
Método de curación: lavado especial, lunes y miércoles, gasa permanente en la herida. Y buscar vacuna contra el tétanos.

lunes, octubre 27, 2008

Teología de Birján

Diario Milenio-México (27/10/08)
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Las crisis traen mala suerte
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Casi todos creemos poder establecer las fronteras entre conocimiento, fe y superstición, pero hay días en que ellas se establecen solas. A los .naturalmente optimistas nos acomoda creer que esto es bueno, aunque para lograrlo tengamos que pisar los territorios de la superstición. Cuesta trabajo creer que unos cuantos cupones pueden valer millones de dólares, y ya entrados en desconfianza debería costarnos igual tragarnos el cuento de que un millón de dólares vale efectivamente un millón de dólares. Espeluzna pensar en todas las variables que esa constante acepta, y todavía más verse rodeado de ellas. Tener que vivir años en los que nadie sabe lo que vale nada y los pesos jamás pesan igual. Descubrimos muy tarde que, vistas las manazas entre las cuales se hallaba despatarrada la economía norteamericana, un dólar no valía tanto como un dólar. Añadamos a ello esas decorativas planillas de cupones que a tantos los han hecho sentir millonarios aun en la mera víspera de su ruina. Tarde se entera uno de que la fe que puso en sus conocimientos no pasaba de ser superstición.
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“Yo le habría pagado más”, opinó cierta vez un amigo aspirante a financiero en torno al sueldo anual de Lee Iacocca, luego de haber salvado a Chrysler. Sonaba por entonces a mucho dinero: veinte millones de dólares. Pero a mi amigo y buena parte de sus colegas les parecía poco. A saber si Iacocca mismo no se consideraba estafado. El asunto es que ahora, cuando ya nadie sabe lo que vale un dólar, nos enteramos de ciertos ejecutivos cuyos sueldos anuales pasaban de doscientos millones de dólares. ¿Pensarían también que merecían más, albergarían esperanzas al respecto? ¿Quién pondría su endiosado dinero en un banco cuyos lobos y jerifaltes reciben sueldos de ese tamaño —síntoma de que el juego ya dejó de ser serio— sin sospechar que al cabo va a acabar siendo él mismo quien tenga que formarse para pagarlos? Si la superstición se define como aquella tendencia inexplicable a creer en algo a ciegas y contra la razón, no andará muy errado quien concluya que incluso los más civilizados aterrizan en el siglo XXI con el ímpetu de una turba de idólatras. Muy mal anda la fe cuando ni los más fieles pueden establecer el valor de su dios.
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Por unos denarios más
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Según decía mi maestra de catecismo, el pecado mayor de Judas Iscariote había consistido en comulgar sin antes confesarse. Un cargo procesal más bien tedioso, comparado con la noticia a ocho columnas donde se habla del hombre que vendió a Jesucristo. Es muy extraña, la gente normal. Se sienten complacidos de saber que también matones y traidores guardan algún respeto por las normativas. ¿No es justamente dentro del reino de la norma que un dólar vale un dólar y, excomunión aparte, treinta denarios son treinta denarios? Ignoro por supuesto de qué color se ve la realidad desde un sueldo mensual de veinte millones de dólares. ¿Qué se hace con ocho millones de pesos diarios? Se vuelve uno loco, por supuesto. Se hace a la idea de que el mundo es suyo. Valdría preguntarse quién es el cocainómano terminal que ha puesto las finanzas del universo en manos de unos nuevos ricos silvestres capaces de vender tres veces al género humano y comprarlo más tarde por una bicoca. Creer en esa alquimia como un timo posible no parece mucho menos supersticioso que forrarse de dinamita con clavos y estallar en pedazos esperando que al próximo instante su alma se entregará a deleites sensuales profundos y cuantiosos. Claro que en este caso se espera aterrizar en un colchón de dólares, que de cualquier manera algo tendrán que valer.
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Desde un punto de vista desapasionado, el pecado de Judas no es contra Jesucristo —que bien lo vio venir, sin esquivarlo— ni la suma total de la cristiandad —entonces no más grande que un fan club— sino contra el mercado. Ponerle precio a la cabeza de un Miembro de la Santísima Trinidad es una felonía que desquicia el espíritu de las cotizaciones, desde el momento en que osa cotizar en moneda corriente a un Igual del Espíritu Santo. Si aún hoy para algunos el señor Iscariote es referente nefasto, sobran quienes encuentran en su ejemplo una justificación de la naturaleza humana, a la cual ya se entiende que ahora menos que nunca son ajenos. Cuando supuestamente se cuelga de un árbol, Judas consagra el triunfo de los administradores de la justicia sobre los administradores de la libertad. ¿Cómo creer, no obstante, en unos u otros sin volverse un supersticioso de mierda?
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La ficción quebradiza
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Lo divertido de las crisis económicas es que cada quien tiene una teoría muy lógica al respecto. Soporta uno la crisis, no así que insista ésta en ser inexplicable. Y como pasa que ésta no se está quieta, toda teoría se convierte en superstición en cosa de horas. La verdad es que nadie sabe la verdad, si a cada instante sus protagonistas van dejando de serlo porque en el río revuelto abunda antes que nada la competencia. Ya no la de productos, como la de farsantes y profetas baratos, usualmente los grandes ganadores tras una crisis de gran tamaño. ¿Cómo va a cocinarse alguna fe, allí donde no duran ni las supersticiones? Casi tanto como la crisis en sí, fastidia la certeza de los iluminados que claman comprender a fondo sus intríngulis, de un modo extrañamente favorable a su causa.
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Desde un punto de vista literario, una crisis es similar a una novela cuyo argumento se nos cae. De una página a otra, el escritor nos ha decepcionado. Se fue por la salida más sencilla, no podemos seguirle dando crédito. No era que no gustásemos de ser engañados, es que a nadie le gusta desengañarse. Cuantimenos así, en tropel planetario. Tal vez no cambie el mundo, pero sí que lo harán ciertas supersticiones, no bien los inventores de la ficción en boga las eleven al rango de conocimientos.

domingo, octubre 26, 2008

Contigo MAM

Este blog, tarde, pero de forma sincera me uno en tu perdida, querido amigo Mario Alberto Mejía, te mando un sincero abrazo y deseo encuentres pronta recuperación, así como la paz y ánimo necesarios para continuar con la vida.
Desde acá te envio un ósculo de paz y un abrazo fraterno.
Mi hermano y amigo.

"Ciudadela" de Miguel Maldonado

El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes invita:

Presentación del libro
Ciudadela de Miguel Maldonado

Presentadores:
Pedro Ángel Palou
Fritz Glockner
José Prats

29 de octubre a las 19 hrs.
Museo de Arte San Pedro. 4 norte 203 Col. Centro.