viernes, octubre 05, 2007

México 1968, o la historia negra de un gobierno que eliminó a sus jóvenes



Diario Milenio-Puebla (05/10/07)
Efectivamente, el 2 de Octubre ha quedado marcado en la vida de este país como un capítulo negro de la historia reciente, en donde a la luz de la reflexión jurídica y política se incurrió en el uso excesivo de la fuerza pública del Estado. Escribo hoy sobre este lamentable acontecimiento, porque como universitario y espero que aquellos que han pasado por alguna universidad compartan estas ideas. Sabemos bien, de la “ardiente paciencia” (en palabras de A. Skármeta) que nos genera el cobijo de una universidad y la aspiración constante por el pleno ejercicio de nuestros derechos y libertades.
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Se ha dicho con insistente vehemencia que México es un país desmemoriado, o que al menos los mexicanos nos educamos con una historia oficialista que, sin ton ni son, crea héroes y antihéroes. Por ello, desde mi opinión, México 1968 representa la expresión de una generación que corre el peligro de ser olvidada, no obstante haber sido masacrada.
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En Posdata, Octavio Paz retrata y denuncia con elocuencia y lucidez que: “el régimen mostró que no podía ni quería hacer un examen de conciencia; ahora bien, sin crítica y, sobre todo, sin autocrítica, no hay posibilidad de cambio. Esta debilidad mental y moral lo condujo a la violencia física. Como esos neuróticos que al enfrentarse a situaciones nuevas y difíciles retroceden, pasan del miedo a la cólera, cometen acciones insensatas y así regresan a conductas instintivas, infantiles o animales, el gobierno regresó a períodos anteriores de la historia de México: agresión es sinónimo de regresión. Fue una repetición instintiva que asumió la forma de un ritual de expiación; las correspondencias con el pasado mexicano, especialmente con el mundo azteca, son fascinantes, sobrecogedoras y repelentes”.
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Pero, ¿qué lecciones nos sigue dejando México 1968? En primer lugar, nos muestra la existencia de una cultura política represiva, autoritaria, una política que hizo prevalecer el uso de la fuerza por encima del diálogo.
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En segundo lugar, México 1968 es una radiografía de un México antidemocrático, sometido y humillado, que ante la inconciencia del respeto a los derechos más fundamentales de sus jóvenes, permitió que de un solo tajo el gobierno cortara los ideales de una pléyade de universitarios. El propio Octavio Paz concluye que “la matanza de Tlatelolco nos revela que un pasado que creíamos enterrado está vivo e irrumpe entre nosotros. Cada vez que aparece en público, se presenta enmascarado y armado; no sabemos quién es, excepto que es destrucción y venganza. Es un pasado que no hemos sabido o no hemos podido reconocer, nombrar, desenmascarar”.

jueves, octubre 04, 2007

Don Ángel Baquero



Diario Milenio-Puebla (04/10/07)
En 1978 acompañé a Jesús Reyes Cordero a visitar la casa de Pita Amor, porque a él lo había citado para tomarle unas fotografías. No recuerdo bien a bien la casa, pero sí una estancia llena de objetos y miniaturas. Luego Reyes Cordero escribió en una crónica que la casa de Pita Amor (con todos esos objetos) era sólo comparable al Museo André Breton de mi casa paterna.
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Poco después conocí el "Restaurante Puebla" de Ángel Baquero, un restaurante que estaba sobre la 3 Poniente, entre la 5 y la 7 Sur. Tenía a la entrada, del lado derecho, una enorme vitrina llena de objetos, muchos, todos en miniatura. Quizá eso me sorprendió y me hizo un aficionado más a la sopa de sesos y de médula y a las orejas de elefante, las milanesas que ahí se preparaban. No tardé en hacerme su amigo. Me decía “camarada” porque sabía de mi militancia en el Partido Comunista Mexicano y porque quizá fue una expresión que le contagió el periodista Gabriel Sánchez Andraca, su asiduo cliente, al igual que Alfonso Yañez Delgado.
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Lugar de estudiantes, periodistas e intelectuales, el "Restaurante Puebla" contaba con unos cómodos reservados recubiertos de piel de color café perfectamente alineados desde la entrada hasta el fondo a mano izquierda. Más allá estaba la cocina.
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Como pasó con muchos negocios, el "Puebla" se dividió para desaparecer paulatinamente.
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No puedo dejar de pensar en ese fatídico día de hace aproximadamente diez años, cuando unos patanes entraron a asaltar el negocio y no conformes con ello, golpearon salvajemente a don Ángel. Creo que nunca fue el mismo a partir de ese momento. Lo supe por el diario y lo visité después, en su convalecencia. Le gustaba sentarse, pensativo, al final de los reservados.
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Durante los años sesenta fue un lugar muy popular. El trato amable de don Ángel hacía que hubiera gente de pie, esperando un sitio. Él se llamó Ángel Baquero Pardavé. Nunca, que yo lo recuerde, habló de su parentesco con el autor de “Varita de nardo”, Joaquín Pardavé. Él era Ángel Baquero, y lo era por sí mismo.
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Hace unos días murió don Ángel Baquero a la edad de 91 años. Cuenta a manera de anécdota Mauro González que cada aniversario de lo que fue el Diario de Puebla, su director don Julián Cacho Allende, organizaba ahí, en el restaurante de don Ángel Baquero, la fiesta de los aniversarios, el 11 de marzo de cada año.
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Cada vez que paso por ahí, por donde estuvo el "Puebla", me acuerdo de los años travoltianos, de mi época de estudiante de psicología y, por supuesto, de don Ángel –don Lencho— Baquero y de su pequeño pero gran museo. Lo vi no hace mucho en el portal, caminando con su familia. Lo saludé y se acordó de mí, me dijo “camarada”. Ha muerto don Ángel y ha muerto una tradición gastronómica de Puebla. Lo habremos de recordar por siempre y, como acostumbramos a verlo en los obituarios, ha sido una gran pérdida. Descanse en paz.
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No sé que fin haya tenido el museo de miniaturas de Pita Amor. Me han dicho que la familia de don Ángel custodia el que estuvo en el "Restaurante Puebla". Ojalá así sea, porque si esas miniaturas (ordenadas en el desorden) se mantienen vivas, vivo se mantendrá en la memoria don Ángel Baquero. La Puebla cambia y sus personajes se van. Es una ley. No hay otra. A don Ángel ya lo extrañábamos desde hace mucho. Ahora lo extrañaremos más.

martes, octubre 02, 2007

Historiadores y escritores consultados por "La Jornada" reflexionan en plenas fiestas patrias.


La Jornada Nacional.
viernes 14 de septiembre de 2007 → Cultura
Nos encontramos en medio de un intenso “debate por la historia”
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Recobran vigencia temas como la independencia frente al imperio, el clero metido en política y el porfirismo como concepto de dominación dictatorial.
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Auge de publicaciones sobre el tema
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Arturo García Hernández
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El intenso debate intelectual y político que se dio a lo largo del siglo XIX sobre el proyecto de país, no está cerrado. De varias maneras continúa en el presente y una de sus expresiones se da en la constante producción editorial –historiográfica o literaria– sobre ese periodo histórico de México.
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Consultados por La Jornada, diversos autores de obras sobre el asunto, lectores asiduos de historia, ofrecen aquí una reflexión colectiva.
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Varios de los entrevistados no dudan en afirmar que también estamos en medio de “un debate por la historia”.
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La consulta se hace a 20 años de la publicación de la novela Noticias del Imperio, del escritor Fernando del Paso, ganador este año del premio literario de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, y con la mira puesta en la, ya desde ahora, controvertida celebración del bicentenario del inicio de la guerra de Independencia.
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A cada autor se le hicieron cuatro preguntas comunes o parecidas.
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La primera, en el sentido de si consideran que su obra, de algún modo, forma parte del mencionado debate.
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La segunda, sobre la interpretación que dan a la copiosa producción bibliográfica que en los años recientes se ha hecho sobre el siglo XIX.
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La tercera pregunta se refiere a su posición sobre las conmemoraciones del bicentenario de la Independencia.
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Y al final a cada uno se le ha preguntado sobre las obras o autores que considera fundamentales para mejor entender el siglo XIX mexicano.
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Novelas polifónicas
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Fernando del Paso considera que Noticias del Imperio “ni retoma, ni forma ni continúa el debate intelectual porque no soy historiador, soy un novelista que ama la historia. En ese sentido soy amateur, como el nombre lo indica, el que ama la historia”.
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No obstante, pondera, “es posible que más allá de mis intenciones, sí contribuya a ese debate”.
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A diferencia del historiador, “que habla con una sola voz”, los novelistas gozan “del privilegio de tener muchas voces y de contar la historia desde diversos puntos de vista. Por eso son novelas polifónicas.
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“Yo puedo decir lo que pensaban Maximilliano o Carlota, o lo que pensaba Benito Juárez. Así analizo muchas cosas en esa novela, porque el novelista queda impune. Si tomamos esto en cuenta, Noticias del Imperio de algún modo sí puede formar parte del debate, aun cuando sea de manera casi involuntaria.”
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Paco Ignacio Taibo II sostiene que su libro El cura Hidalgo y sus amigos, “más que formar parte de ese debate, forma parte de uno nuevo, el debate de lo que es en estos momentos la Independencia para los mexicanos”.
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Distinta es la opinión de Pedro Ángel Palou, autor de la novela Morelos: morir no es nada, quien sí ubica ese libro de Taibo II como parte del mencionado debate, “es un libro excepcional”, y del mismo modo se refiere a los ensayos de Carlos Monsiváis recogidos en Las herencias ocultas (de la reforma liberal del siglo XIX), “es uno de los grandes libros sobre ese periodo”.
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A juzgar por estos y otros títulos, deduce Pedro Ángel Palou, “el siglo XIX tiene todavía muchas preguntas que responder”.
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Surgen oleadas de investigadores
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En cuanto al auge bibliográfico sobre ese periodo histórico, Fernando del Paso aclara primero que no se atreve a atribuir el fenómeno a Noticias del Imperio, aunque sí le parece que contribuyó a reconocer a Maximiliano y Carlota como parte de nuestra historia:
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“La novela salió hace 20 años, una época en que no se hablaba de Maximiliano ni de Carlota; los libros de texto pasaban por ellos como a vuelo de pájaro. No se soñaba con hacer una exposición sobre el imperio o la intervención francesa. Estaban dejados de la mano de la historia de México.”
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Cuenta el también autor de Palinuro de México que cuando hizo su larga investigación para Noticias del Imperio, “sí noté que más o menos cada 30 años había una oleada de historiadores tanto mexicanos como franceses o austriacos que se interesaban en el drama histórico de Maximiliano y Carlota.
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“Y parece que hay oleadas de historiadores que surgen para retomar temas y luego pasan 30 o 40 años hasta que surge otra generación de investigadores interesados en tal o cual tema. Esa es la impresión que tengo.”
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La explicación que Paco Ignacio Taibo II da por su parte al fenómeno es que “el siglo XIX sigue estando a debate, es la centuria de la Independencia frente al imperio, el siglo de la Reforma para sacar al clero de la vida pública, el siglo de las movilizaciones contra la dictadura de Porfirio Díaz, encabezadas por los hermanos Jesús, Ricardo y Enrique Flores Magón, precursores de la Revolución. Está a debate el siglo XIX y los principios del XX”.
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Por un Parque del Bicentenario
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A dos años del bicentenario del inicio de la guerra de Independencia, Fernando del Paso dice que no tiene una propuesta para las conmemoraciones, “teniendo en cuenta además que se van a confundir en la mente popular el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución”.
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Al respecto, alude a una encuesta “lamentabilísima” que vio en televisión entre niños de 10 u 11 años, a quienes se les preguntaba por un héroe de la Independencia y los infantes nombraban a Porfirio Díaz.
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“Se decían barbaridades increíbles, hay mucha ignorancia no precisamente por su culpa. Ahora, ¿qué vamos a hacer? ¿Un edificio (la Torre Bicentenario) como el que quieren levantar a la orilla de Chapultepec? No sé como calificarlo.
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“Los políticos que quieren pasar a la historia, tiranos o no, dejan siempre grandes obras arquitectónicas.
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“Mi posición frente a ese edificio es un poco ambigua, porque me parece que el problema va a ser un aumento espantoso del tráfico en esa zona de la ciudad. ¿Qué debemos hacer? No sé. Preferiría pensar en un gran Parque del Bicentenario, que tuviera un árbol por cada año.
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“Quizá las universidades, El Colegio de México y esa clase de instituciones podrían crear estímulos para escribir textos sobre la Independencia o se podría crear un Premio Bicentenario para la mejor historia de la Independencia.”
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Para Paco Ignacio Taibo II, la conmemoración “debería ser un gran debate popular en el que los mexicanos de todos los días, los de la calle, los que están condenados a ver telenovelas y programas de Televisa, los que sufren el proyecto neoliberal empeñado en volverlos pobres, puedan tener acceso a múltiple información, imágenes, ideas sobre la Independencia”.
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La celebración “tal como se está diseñando desde el gobierno federal, es porfiriana, ‘hazte un Ángel de la Independencia para tu mayor gloria’, es una especie de Disneylandia para niños pendejos y de derecha.
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“Pedro Salmerón y yo, con la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, estamos realizando una serie de conferencias en la calle que se llama Curso de historia para mexicanos rebeldes. La respuesta ha sido poca madre, hay un interés inmenso por parte de la gente. ¿Por qué? Porque para ponerte frente al presente, necesitas las muletas del pasado, saber de dónde vienes. No basta con decir que vienes de canciones de Jorge Negrete y Pedro Infante y del cine de Cantinflas.
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“También necesitas saber si vienes de Zapata o de Villa; si tu abuelito ideológico es Juan Escudero en Acapulco. O sea, el debate viene de atrás y eso construye lo que se llama signos de identidad.”
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Larga lista de autores esenciales
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Como lectores acuciosos de historia de México, tanto Fernando del Paso como Paco Ignacio Taibo II tienen obras y autores –historiadores o novelistas– que consideran fundamentales.
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Del Paso menciona a Francisco Bulnes, Manuel Orozco y Berra, Luis González Obregón, José Fuentes Mares, Salvador Alvarez, Enrique González Pedrero, Guillermo Prieto, Enrique Serna, Francisco Martín Moreno, Antonio García Cubas y en general los historiadores de El Colegio de México, “institución que ha surtido a muchos muy importantes autores sobre el siglo XIX”.
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A Taibo II le gustaría que se hiciera “una edición popular del Hidalgo de Castillo, hoy por hoy una edición carísima e incómoda; el libro de Luis Villoro, El proceso ideológico de la revolución de independencia, sigue siendo padrísimo y es un respiro.
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“Orozco y Berra escribió un texto memorable sobre Cuautla; el José Mancisidor que rescata las figuras de Hidalgo, Morelos y Guerrero, está poca madre. Sobre la Independencia la lista podría ser larga, sobre la Reforma hay material menos sabroso.
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“Para la etapa de la Reforma hay que irse al documento de época, las crónicas de Guillermo Prieto o Ignacio Manuel Altamirano, o ahí está el libro de Carlos Monsiváis, Las herencias ocultas, que está a toda madre.
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“Y no estaría de más volver a circular El libro rojo, de Riva Palacio”.