sábado, marzo 24, 2007

Introspección XLI.

El lunes pasado termine la reunión de artículos de mi amigo Nacho Padilla que ha publicado la UDLA-P: El peso de las cosas. Un libro por demás entretenido, diverso, ágil, leve, exacto, múltiple. Nacho dice en cada artículo lo justo y lo necesario, interactúa con el lector. Hablas de temas de interés general y particular con un lenguaje literario, también académico, pero sobre todo periodístico. Lleva al lector por temas quizá difíciles de abordar, pero lo hace con tanta naturalidad que la información vertida en cada ensayo, se aprehende y aprende de manera rápida.
El martes he empecé con El Nomadismo, vagabundeos iniciáticos (FCE, 2004) de Maffesoli. Un libro muy complejo. Y asisto a la lectura de un gran pensador y conocedor de la sociedad actual.
La presión ha disminuido. Nuevamente tengo el tiempo para escribir estos mínimos y quizá inútiles textos. Cada día, entiendo más la canción Debo partirme en dos del inigualable Silvio Rodríguez. Lo único malo es que no tengo a quien decirle de la forma más fácil, ridícula y cursi: te amo.
La poesía a veces no basta, la literatura sale sobrando y la vida misma es una constante flagelación.
Está por aquí y por unos días, una de las personas por las que se puede decir, debo una cierta confianza a seguir con este intento llamado escritura: Verónica Estay. La he visto y me acuerdo de mis primeros pasos por estos rumbos, ella fue la que me enseño a atreverme a caminar. Pronto regresará a Francia.