jueves, abril 17, 2008

Del triunfo a la humillación (cuarenta años después)

Diario Milenio-Puebla (17/04/08)
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Las coincidencias existen como la suerte o como los demonios interiores. Cuando me refiero a los demonios interiores, lo hago pensando en las imágenes que nos llegan desde allá, desde el tiempo que fuimos muy jóvenes, niños, adolescentes quizá. Son sentimientos dolorosos pero no ingratos. Yo, en lo personal, guardé muchos, tantos que a veces sólo cierro los ojos y vuelvo con facilidad a ellos.
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La semana pasada apenas revisé una edición que dedica sus páginas a la historia de las olimpiadas. Es un compendio, no es precisamente la historia completa porque se necesitaría una edición para cada una de las olimpiadas. Revisé muy rápidamente esa publicación ya que traía yo acá, muy cerca, rondándome como esos abejorros que se meten por las ventanas, la fotografía de los atletas estadounidenses que levantaron el puño con el símbolo del black power en el lejano México de 1968 cuando recibieron la medalla de oro y bronce. Esa imagen recorrió el mundo completo y los atletas fueron expulsados de la Villa Olímpica y les fueron retiradas las medallas. Y no sólo eso: al protestar contra la segregación racial del gobierno de los Estados Unidos, su vida se convirtió en una pesadilla. Desde hace exactamente cuarenta años, su vida es una gran pesadilla.
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Apenas había revisado el libro sobre la historia de las justas olímpicas cuando un diario nacional publicó la foto de Tommie Smith y John Carlos trepados en el podio luego de haber obtenido las respectivas medallas en la competencia de los 200 metros planos.
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El símbolo del black power ha dado otra vez la vuelta al mundo tras las declaraciones que los atletas hicieron para el Times, donde aconsejan a los atletas que competirán en Bejing que sigan su corazón. Y hablan del precio de la protesta.
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Ellos no olvidan, no pueden olvidarlo, que el símbolo de black power les trajo todos los problemas a sus vidas. Cuenta Tommie Smith que él no encontró trabajo a su regreso y John Carlos cuenta que su esposa se suicidó víctima del rechazo social.
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Pero no son los únicos casos de vidas que cambian de un momento a otro por una protesta como la de Smith y John Carlos. Dice también Smith que su madre murió de un infarto, al recibir en un sobre estiércol y ratas muertas.
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El libro que publica Muy Interesante no contiene estas páginas de la vida de Tommie Smith y John Carlos. Estas declaraciones las reproduce del Times La Jornada el domingo pasado y yo las traigo hasta ustedes porque –lo repito— es un hecho que tengo muy presente en la pantalla de una vieja televisión.
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Hace cuarenta años nunca me imaginé, por supuesto, que el levantar un puño con el guante negro tendría tantas repercusiones para esos atletas y sus familias. “Hagan lo que escuchen de su corazón,” han aconsejado a los competidores de Beijing. Pero el costo es muy caro, dijeron.
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“Hagamos lo que escuchemos del corazón,” parece una frase extraída de la filosofía Zen.

martes, abril 15, 2008

La semana de las mujeres



Diario Milenio-México (15/04/08)
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La inquietante (e internacional) semana de las mujeres desnudas está animada por un espíritu de diálogo que está muy cercano al espíritu irreverente del juego.
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Pensaba dejarlo todo por la paz aduciendo compromisos de trabajo, deberes familiares, errancias sin destino fijo, distracciones seriales. Pero bastó con que la pregunta se planteara en más de dos ocasiones en tres distintos rumbos del planeta para que todo volviera a empezar: ¿De qué va la Inquietante (e Internacional) Semana este año?
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Pequeños núcleos dispersos de hombres y mujeres esgrimieron sugerencias por aquí, allá y acullá, riéndose con su debida frecuencia y más que debido volumen ante ocurrencia varias. Al final, que suele ser el principio de todas las cosas, optamos por la desnudez. Es sólo una forma de decirlo, claro está. ¿Es desnudar, como decía la poeta argentina Alejandra Pizarnik, lo propio de la muerte? ¿Seguirá siendo cierto, como esgrimieron hace no mucho las integrantes del colectivo The Guerilla Girls, que sólo desnudas pueden entrar las mujeres en el MET? ¿Qué hace en realidad una mujer cuando, seductora, desliza el último tirante del fondo por sobre el hombro izquierdo mientras le manda un guiño recubierto de grueso rimel a la cámara? ¿Es lo mismo, ontológicamente hablando, por supuesto, desnudar que desnudarse? ¿Qué hace verdaderamente un hombre cuando se deshace de sus pantalones? ¿Me vuelvo tan invulnerable como una mercancía si me desnudo frente a ti? ¿Me vuelvo, de verdad, vulnerable? ¿No es desnudarse sólo otra manera de vestirse?
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Tan básico para los rituales del porno como para los propios de la intimidad, el desnudo es todo menos unívoco. Ya en duro mármol o fino celuloide o en trémula realidad frente a las manos, el cuerpo desnudo invita tanto al placer (una palabra a la que el plural siempre le viene bien) como a la comercialización. La Inquietante (e Internacional) Semana del 2008, pues, empieza a cobrar vida ya alrededor de estos ejes que son, en realidad, preguntas. ¿Y qué pregunta que se digne de serlo no es, en realidad, el inicio de una conversación?
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Habrá que empezar por recordar que cuando decimos mujeres (justo como pasaba antes cuando se utilizaba el vocablo “hombres”), queremos decir todas y todos. Así que no hay coartada ni justificación: aquí se desnuda todo mundo. ¡Nadie está desnudo hasta que todos estemos desnudos!
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Habrá que continuar por anunciar que ya la poeta tijuanoguanajuatense Amaranta Caballero Prado ha abierto el sitio de internet a donde irán a parar las colaboraciones que esperamos recibir a partir del mismísimo día de hoy: www.semanainternacionalmd.blogspot.com.
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Habrá que describir la naturaleza de las esas ya ansiosamente esperadas colaboraciones: manda a semanainternacionalMD@gmail.com un archivo que contenga una imagen y un texto que representen tu punto de vista respecto a los dones, los límites, los subterfugios y las pluralidades del acto de desnudarse. Justo como ha sucedido en las anteriores Inquietantes (e Internacionales) Semanas, tanto el texto como la imagen pueden ser de tu autoría o pueden ser citas textuales o artefactos intervenidos.
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Habrá que señalar que, este año, la Inquietante (e Internacional) se divide en cuatro zonas: la Zona Norte, animada por un entusiasta contingente de hombres y mujeres deseosos de analizar sesudamente (así se dice ahora) las políticas del desnudo contemporáneo desde el Wind Chill Factor de Madison, Wisconsin, queda a su comunicativa disposición a través del correo electrónico de Giannina Reyes Giardiello. La Zona Border, que siempre está a punto de ser otra cosa, recibe colaboraciones y/o sugerencias en la dirección electrónica de Amaranta Caballero. La Zona Ciudad Más Grande del Mundo (¿y puede ser eso otra cosa que no sea la Ciudad de México?) se conectará con todos nosotros a través de las actividades y comunicados de Susana Bautista. Por falta de mejor nombre, queda la Zona Partícula Errante, esa entidad siempre a punto de definirse y siempre, sin embargo, difuminada, que sí cuenta, sin embargo, con el correo electrónico a donde pueden llegar colaboraciones y/o comentarios. Ver todas las mencionadas direcciones electrónicas en el blog de las Mujeres Desnudas, por favor.
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Habrá que recordar que a ésta, como a todas las anteriores Inquietantes (e Internacionales) Semanas, la ánima un espíritu de diálogo que está muy cercano al espíritu irreverente del juego. Queremos dialogar y compartir y colaborar en procesos colectivos de pensamiento contemporáneo, eso es cierto, pero sobre todo y al mismo tiempo, queremos divertirnos. A menudo la pregunta más obvia es la que se vuelve transparente y la que, por lo tanto, se queda muda, ¿qué no?
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Habrá que concluir diciendo que, hacia finales del año, los distintos comités de las mencionadas zonas se harán cargo de elegir las mejores colaboraciones para organizar exposiciones en los distintos rumbos del planeta que habitamos. Es posible, pero esto todavía no lo podemos jurar con sangre, que haya por ahí un premio, pero eso, como las y los desnudos, está por verse.

lunes, abril 14, 2008

El español pestilente


Diario Milenio-México (14/04/08)
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Es tan limpio que apesta y tan hueco que asusta.
Es el lenguaje acartonado del robot.
Es español sin alma ni raíz.
Es desechable desde que viene al mundo.
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1 Frijolitos reciclados
Siempre sentí, en años escolares, que había alguna humillación implícita en el mero acto de copiar los apuntes de un compañero. O sería quizá la pura pereza, toda vez que robárselos parecía una opción menos incómoda. El hecho es que una vez, durante cierta clase, la maestra atrapó a uno de nosotros copiando los apuntes impecables de una chica aplicada. ¿Qué tenía de malo, se sorprendió el copista al mirarse acusado de copìón, que quisiera ponerse al corriente con el curso? “¿No te parece malo ser un comecaca?”, disparó la maestra, para la estupefacta hilaridad reinante. Luego dio un argumento que dejó al auditorio boquiabierto: el copión se aprestaba a digerir información previamente digerida. Es decir, alimento de segunda mano. ¿Cómo atreverse ya a pedir unos apuntes en préstamo? Lo dicho, era más digno robárselos. Ladrón tal vez, comecaca nunca.
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En rigor, el ejemplo imborrable de mi maestra era una flagrante inexactitud biológica. Sabido es que el desecho digestivo no incluye los nutrientes elementales, que a su vez ya retuvo el organismo, pero la sola idea de alimentarse de otro bolo alimenticio me parecía ya bastante deshonrosa, y sin duda explicaba el sentimiento humillatorio de marras. Si aquello no era exactamente embuchacarse los desechos de la comida de ayer, equivalía al menos a zampársela luego de que una boca menos perezosa le hizo a uno el favor de masticarla. He olvidado de qué trataba la clase, y ni siquiera estoy seguro de qué materia nos impartía la maestra, pero recuerdo nítidamente la lección. Había asistido al pedagógico espectáculo de la estigmatización del conformismo. De entonces hasta hoy, cada vez que al leer intuyo la presencia del español de segunda mano, veo saltar ocho letras al centro de una marquesina cintilante: c-o-m-e-c-a-c-a.
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2 El cadáver del manjar
Conocemos de sobra ese español. Está en los instructivos traducidos por analfabetos inescrupulosos, sin que por ahí pase un solo inspector de control de calidad. O en el doblaje neutro y mojigato del inglés de los dealers callejeros en un programa de televisión. O en el lenguaje acartonado y torpe de los personajes de la telenovela. Palabras despojadas de sus ingredientes básicos, capaces de llenar pero no de nutrir. Técnicamente, lo que el poema llama ‘mierda abstracta’. ¿Qué otra cosa podría ser ese instructivo cuya lectura —accidentada, resbaladiza, heroica— genera más dudas y confusiones de las que resuelve, si es que efectivamente resolvió alguna? El problema de origen del español de segunda mano es que quien lo pergeña cree estar llevando a cabo una labor aséptica, cuando hace exactamente lo contrario. Propagar un lenguaje vacío de carácter —si no de inteligencia, que se dan casos— equivale a distribuir desechos alimenticios y anunciar “carnes frías” en la etiqueta. ¿Cómo voy a creer que cierta telenovela no es una mierda, cuando tras un minuto de escuchar el idioma castrado y hueco de sus personajes ya sé que hablan un español de mierda, es decir, una mierda de español?
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Abundan quienes aúllan por los errores, y es seguro que tienen razón. Mas la ausencia de errores no resuelve gran cosa. Incluso un instructivo —y habrá hasta quien lo piense en primer lugar— se beneficia de un lenguaje por igual amigable con la inteligencia y la estupidez. Un español no menos ávido de empatía que el inglés de la versión original. De cuando en cuando brotan, como pústulas, iniciativas destinadas al fracaso anunciable de pretender reglamentar el uso del lenguaje, mas no hay quien se interese en elevar a un mínimo decoroso el estándar de calidad de las traducciones, de modo que quien compra tecnología de punta no deba resignarse a manejarla como un idólatra, sólo porque no entiende la versión en inglés de ese instructivo que por lo visto un chino tradujo al español. Pocas labores hay tan fatigosas como extraer sentido de un párrafo que nunca lo tuvo, igual que un muerto de hambre hurga en el basurero. ¿A quién puede extrañarle que un cuerpo permanezca infradesarrollado cuando se le alimenta de desechos orgánicos? Lo raro, para el caso, es que siga vivo.
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3 Eso sí, con cebolla
“A la gente le gusta así”, aseguran los cínicos, sin ocultar del todo cierta urgencia despectiva por ubicarse encima del rebaño. La gente siempre queda por debajo de quien habla en su nombre. Sólo que no a toda la gente, y ni siquiera a la mayor parte de ella, le apetecen los bocadillos masticados. Javier Marías, traductor acucioso y apasionado, observa que los clásicos ganan vitalidad con cada sucesiva traducción, y al propio tiempo van perdiéndola en el original, que permanecerá engarrotado por los siglos de los siglos. Hasta que el clásico cae en manos de un barbaján que lo traduce en dos semanas al español más hueco que se encuentra. “¿Y eso qué?”, se defenderá nuestro enemigo, alegando que “de todas maneras la historia se entiende”. No hay, para un autor escrupuloso, pesadilla más negra que discutir con un editor para el cual una palabra es igual a otra. “Mientras sean sinónimos”, explican.
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Cierta vez, la editora de una revista tuvo a bien efectuar cirugía mayor en el primer y último texto que le entregué, de forma que hizo a la historia saltar de la primera persona del singular a la primera del plural, asumiendo que donde cabe un yo sobra espacio para un nosotros. Todavía conteniendo el impulso homicida que con enorme esfuerzo conseguí transformar en amable pregunta, no pude ya por menos de pasmarme cuando la oí decir que era lo mismo. “Respeté tus ideas, si te fijas.” Y si para un supuesto editor cultural la expresión de una idea vale poco o nada por sí misma, y por tanto no existe ya el estilo, no digamos el ritmo o el color en un texto —horror de los horrores: poema y memorandum son la misma cosa—, puede uno imaginar la talla del desastre nacional. No es que seamos subdesarrollados, es que estamos mamando subdesarrollo. Por no decir comiendo lo incomible.