sábado, enero 13, 2007

Introspección XXIII (A modo de diario).

El anterior viernes, marcado con el número doce en el calendario para ser precisos, fue el santo de uno de mis nombres: Alfredo. Un santo agradable tuve, Israel vino a tempranas horas a ver películas, claro, antes fuimos al Blockbuster, donde tardamos aproximadamente una hora eligiendo las películas y después de exhausta búsqueda, las ganadoras fueron: Gracias por fumar, la trama recae en un cabildero que se dedica a defender al cigarro y asegurar que este no mata, defiende lo indefendible, con buenos argumentos, dichos son parte de la ideología del personaje: el chiste no es convencer al otro de que tienes la razón, si no, que los demás se den cuenta que el otro está equivocado y uno acertó. Una película que muestra el mundo que existe alrededor del cigarro y todo lo que se hace para que las empresas cigarrera consigan clientes, entre otras cosas. El Decadente, basada en la vida de John Wilmort, segundo conde de Rochester, este personaje alcanzó una gran popularidad, debido a su personalidad y talento; así como por la osadía que presentaban sus textos, logrando así, atraer la atención total de las esferas más altas de su tiempo. Aparte de contar con una espléndida actuación, pulcra y tirando a la perfección de Johnny Depp. Esta película presenta las facetas diversas de las que cualquier ser humano puede ser víctima. El libertinaje y el hambre por conquistar al mundo, son y pueden, según la percepción de cada uno, los móviles que llevan a dicho personaje a la ruina total. Ambas, interesantes y excelentes para pasar un rato sin ser desperdiciado. Muy recomendables.
Ya por la tardes y después de echarnos unos chilaquiles, salimos en búsqueda de libros para después caer en el lugar de siempre: el Collhi. El infierno en vida. Lugar en el que Israel iba a tener el seminario de Narratología llevado por el Dr. Renato Prada Oropeza. Mientras susodicho ser gozaba de su clase, el que esto escribe, disfrutaba de la plática y la compañía de otra amiga, ya entrañable, Magaly. Después de dos horas en las que esperamos la Maga y yo, a que saliera Isra, nos enfilamos a caminar por las calles del Centro Histórico de Puebla con destino a las paradas donde cada uno de ellos toma su microbús que los lleva como todos los días a sus destinos. No existe mejor manera de terminar un viernes que en la compañía de gente valiosa.
Otro de los regalos recibidos, fue ir a Profética y ver que se han vuelto a surtir de Anagrama y con precios más accesibles aún. Espero, pronto comprar uno que otro.
Claro, luego en casa hubo pastel y cena rica: chilatole, en compañía de la familia.En cuanto, a las clases, todo apunta a que será un cuatrimestre de exigencia y aprendizaje valioso, quizá de los pocos que tendré. Lo cual, puede provocar mi escaso tiempo para leer mi cuota de libros propuesta por cuatrimestre: 15, esperemos, lo logre.

viernes, enero 12, 2007

Introspección XXII.

Nuevamente he vuelto a la ansiada rutina. La normalidad retorno a mi vida. Vuelvo a las conversaciones diarias con los amigos, regreso a la permanencia en la banca de siempre de mi facultad. Las clases de este nuevo cuatrimestre, me regresaron la esperanza de creer que aún existen cosas rescatables en el Collhi, quizá tuve suerte o elegí bien.
Por el lado sentimental, las cosas siguen igual. Soledad por aquí, por allá y acullá.
Lo bueno de esta nueva etapa, es que ahora las penas, no sólo las podré acompañar con vino, si no, también con un rico té de yerba mate.
En fin, esperemos que antes de mi cumpleaños, deje la soltería y parafraseando a Ale Vergara, una bella amiga en todo la extensión de la palabra, no es que falte una novia, lo que falta es alguien con quién comer quesadillas en el callejón del Carolino y verla como si fuera lo último bello que mis ojos tienen derecho a observar. Falta a quien besar y que ese momento me deje idiota por el resto del día y quizá de la semana. Faltan sobretodo suspiros y caricias. Falta una mano para caminar agarrándola. Falta alguien con quien pueda mandar todo a volar y sentir que me vale un carajo si el mundo se pudre.
A veces, llego a creer que urge, otras tantas me olvido y cuando me acuerdo, me siento a escribir sobre esta soledad en este lugar que a veces la hace de diario y otras de mi libreta de escritos que buscan ser poemas, cuentos y fragmentos de novelas.Y a veces, sólo escribo por el acto de escribir.