sábado, julio 15, 2006

Noches derramadas.

Cuantas noches de insomnio
transcurren sin poder escribirte
algo digno de ti.

Ayer, me senté con el Bukowsky a la derecha,
el Sánchez Prado a la izquierda,
y en frente tenía a Cirlot.

Consejos les pedí,
para poder crear todo un poemario
que hablara de ti.

La noche avanzó y junto con Sabina,
nos dieron las diez, las once, las doce,
la una, las dos y las tres.
Seguimos sin poder avanzar.
La hoja sigue virgen.

Hoy decidí sentarme a escribir,
teniendo como única arma a mi soledad
y de consejera a la radio que en el fondo
sonaba el Quien fuera de Silvio.

Por fin una conclusión en la hoja escribí:

ya derrame versos ínfimos, evocándote.
Es suficiente, nuestro amor fue cosa de un sueño.
Los sueños inenarrables nos hacen caminar
por laberintos sin salida.
Sólo una bala pondría fin a esta pesadilla
de escribir versos a un fantasma decembrino
que osa en robarme las noches y perderme los días.

Pero soy demasiado cobarde,
para buscar un renacimiento
en la muerte.

      

viernes, julio 14, 2006

Placeres sin clamar.

Todo placer es un principio
humano,
y el humano está lleno de placeres.
Por uno de ellos nos condenamos.

La historia marcó a unas caderas
como victimarías de mi género.

¿O ya olvidaste cuando nos expulsaron del paraíso?

Las caderas siguen siendo
nuestra condena,
que arrastramos cada siglo.

No entendimos la lección.

Sigue habiendo poetas
que gastan versos en musas,
pero jamás serán clamados nuestros deseos
y sin embargo ustedes seguirán siendo
dueñas de cada palabra escrita.

A veces no queda más que resignarnos
a seguir siendo engañados por unas caderas,
aunque eso signifique la perdida de la vida.


      

Bloqueo literario.

Sucede que quiero escribir algo donde no seas pronunciada.
Tengo un problema: estoy bloqueado.
Resulta que no puedo escribir sin rememorar aunque sea
al fantasma que amé mientras tu sólo prestabas atención al poema,
menos al poeta.