viernes, enero 25, 2008

Simulación cultural y desigualdad social

Columna Bajo el Sol
Sin alfabetización no hay política cultural (2ª. Parte).
Por Roberto Martínez Garcilazo
(Diario Cambio de Puebla 24/01/08 y E- consulta/Puebla 25/01/08)

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"Basta recordar esa idea oprobiosa de Metrodoro de Kíosegún la cual todas las cosas son lo que uno piense de ellas. Cuántos gobernantes lo citaron para justificar infamias. Cuántos lo citan hoy. Sobran ejemplos lamentables"
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La Muerte del filósofo, Vicente Herrasti
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Pareciera asunto de evidente y urgente necesidad en un país con desigualdades sociales profundas como México retomar el paradigma vasconceliano que une cultura y educación en una sola acción de política pública. Sin embargo no emerge tal idea en la mente burocrática, no ocurre tal acción política, en beneficio de los oprimidos, en el territorio nacional.
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I.
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Sergio Vela es un modelo. Es parte de una nueva generación de políticos profesionales que se han formado básicamente en las oficinas de los altos mandos del gobierno sin contacto alguno con la vida social del país y que actualmente medran en todos los niveles de gobierno y en todas las entidades federativas. Es un burócrata sin ideología, ni moral social. Nunca ha tenido militancia partidista. Su programa es la preservación de sí mismo en la burocracia dorada y la obsequiosidad irrestricta al jefe en turno.
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Según la pagina de la presidencia de la república: Habla, lee y escribe en español, inglés, alemán, italiano y francés, y traduce otras lenguas. Es autor de diversos ensayos sobre arte y humanidades, como Donde se dice que el sol es nuevo cada día (glosas heraclitianas); Celebración del arte fausta (cuestiones etimológicas); El arte lógica (notas sobre estética a partir de Heidegger); Recensión a manera de pre-ludio (comentarios sobre estética a partir de Schiller); Otras Noches Áticas; Glosa mínima a Arístides y Kant; Res Severa uerum gaudium: "The Visitors" de Carlos Chávez; El sibarita o del champaña; Goethe y la música; Irene ancilla sophiæ, e Isagoge y cincuenta cuestiones a vuelapluma en torno al arte y el ácido desoxirribonucléico, a cincuenta años de un fasto inmarcesible, entre otros.
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Hace mas de un año, este director de ópera que estudió en Viena, Aspen y Chicago, declaró, antes de arribar al cargo, que consumía sus horas leyendo La Muerte del Filósofo de Vicente Herrasti. Tal vez, mera especulación, lo hacía esperando hallar en las páginas de la novela la sabiduría necesaria para asumir el cargo que hoy detenta.
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Copio el siguiente párrafo de la cuarta de forros de La muerte del filósofo:
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"… es una terrible fábula sobre el precio de la lealtad en un mundo de realidades endebles, conspiraciones y dobles juegos (de las palabras y las cosas, del amor y la filosofía)"
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II.
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Dice el adagio que A confesión de parte, relevo de prueba. Copio un fragmento del reportaje "Vela, esceptico en la revisión del TLCAN" de Judith Amador Tello, aparecido en PROCESO1624, del 16 de diciembre del 2007:
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"Para Sergio Vela, presidente del CONACULTA, el Programa Nacional de Cultura presentado el pasado 10 de diciembre en el Museo Nacional de Antropología no es el descubrimiento del hilo negro, ni significa que a partir de este cambie el funcionamiento de las instituciones"
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III.
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Según el académico de la Universidad Nacional Autónoma de México Rogelio Castillo, en la actualidad persisten cerca de 35 millones de personas mayores de 15 años en situación de rezago educativo. De ellas, de seis millones no saben leer ni escribir y otras tantas no han concluido su educación básica. La población de México es de 120 millones de habitantes.
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El académico universitario detalló que el analfabetismo y el rezago educativo afectan de manera importante a una nación, porque constituye una gran pérdida de capitales cultural y productivo; e impacta de manera directa en la economía al provocar un quebranto de mano de obra calificada.
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Por otra parte, Allan Herrera Moro, académico de la Universidad de las Américas Puebla (UDLA) afirma que: En México la distribución del analfabetismo es geográficamente desigual, debido a que el 52 por ciento de esta población se concentra en Veracruz, México, Chiapas, Puebla, Oaxaca y Guerrero. El analfabetismo es un problema que debe erradicarse de manera urgente, ya que un país con gente sin preparación, es un país que está sometido a los intereses y voluntades de otros. El no saber leer ni escribir atenta contra uno de los derechos que tenemos como ciudadanos ya que coarta la libertad y hace de esa persona una posible víctima de abusos.
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Informa, además que, de acuerdo a un análisis que se hizo a nivel municipal, el 50 por ciento de la población analfabeta radica en 274 municipios entre los que destacan, por concentrar el mayor número, ciudades importantes como León, Acapulco, Puebla, Culiacán, Guadalajara, Toluca, Irapuato, Naucalpan, Morelia y el municipio de Ecatepec.
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El derecho de las niñas y los niños a una educación de calidad, como un derecho en sí mismo y habilitador de otros, es un aspecto fundamental para el desarrollo de México. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que todos los mexicanos tienen derecho a una educación básica gratuita, que incluye el nivel preescolar, primario y secundario. Las principales causas para no ingresar o abandonar la escuela están relacionadas con la pobreza y el trabajo infantil: 58% de los niños menores de 18 años viven en hogares pobres. La niñez indígena es la población con menores índices de asistencia escolar. El 40% de la población indígena de 15 años y más no ha terminado la escuela primaria.
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El incumplimiento de los derechos básicos de los niños indígenas también se refleja en su bajo nivel de logros educativos. Se estima que la tasa de analfabetismo entre los pueblos indígenas es cuatro veces más alta (más de 40% de la población de 15 años y más) que el promedio nacional (8.5%). Según datos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) de 2005, apenas el 13 % de los estudiantes del 6to. grado de primaria en las escuelas indígenas se encuentra en el grupo más alto en términos de comprensión lectora, comparado con el 33% de promedio nacional. El 51% se encuentra en el nivel más bajo (el promedio nacional es de 25%).
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IV
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¿Cómo hablar de política cultural, ignorando la realidad social? ¿Para qué citar La patria es continuidad y nosotros obreros de su grandeza, de Jaime Torres Bodet, en un escenario de creciente depauperación material de los mexicanos? ¿Qué significa esa declaración de Vela de "situar a la cultura en la búsqueda del desarrollo humano sustentable como objetivo nacional, es decir, convertirla en un poderoso factor del desarrollo", sin hacer referencia a la desigualdad social y al analfabetismo? ¿Ignorancia, simulación, cinismo o demagogia?

jueves, enero 24, 2008

Trabajos de expresión literaria del Cereso


Diario Milenio-Puebla (24/01/08)
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Un trabajo encomiable es el que está llevando a cabo el maestro Roberto Martínez Garcilazo, director de la Casa del Escritor del gobierno del estado, quien imparte un taller de crítica y creación literaria para un grupo de personas que se reúnen una vez a la semana en el Cereso de San Miguel, gracias a la iniciativa del lic. Primo y del lic. Betancourt del Departamento de Pedagogía.
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En diciembre pasado se editaron algunos trabajos en el suplemento de cultura "Catedral", mismos que fueron leídos por sus autores en un evento que congregó a los interesados en el patio central. El taller se ha identificado con el nombre de Amicus (Grupo de Expresión Literaria del Cereso de Puebla). En la presentación, Martínez Garcilazo explica que Amicus proviene de la voz latina que significa “Amigo”.
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De Juan Hernández Morales he leído el poema “Te vuelvo a ver”, un poema nostálgico donde no existe el rencor y sí la esperanza en la vida. Un poema bien trabajado, de una notable expresión.
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“Cuento para un niño” es el texto que ha entregado José Galindo Vargas, un relato muy apropiado para la época de fin de año, ya que aborda la presencia de un hijo y de Santa Claus dentro de la imaginación como algo que antes hubiera pasado por un hecho irreal.
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Cesáreo Ramírez Campos publica un texto que es una "Carta a Dios", donde el personaje reflexiona sobre la vida; Alfonso Loyo B. escribe un poema dedicado a su hija. Poema emotivo donde resalta un verso: “Tú eres lo que piensas que eres”.
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En "Catedral" encuentro un texto narrativo de Joel Beltrán, quizá el más extenso de todos, que no deja de lado la reflexión sobre la vida y sobre el mundo.
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El poema de Rul 007, “Un cielo, un universo”, se compone de versos que se van entretejiendo poco a poco, hasta alcanzar un tono bien logrado.
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Pepe Coin nos entrega un poema de siete epitafios que nos recuerdan la mejor tradición de la brevedad de la poesía: “Y fue lo que nunca quiso ser”.
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Dejo constancia aquí del poema de Jesús Gutiérrez Castro, “Miedo a perderme en el miedo”, un título que lleva en sí mismo un juego de palabras. “Canto de Navidad” es un texto de Pedro Lira Galván, dedicado a la posteridad y que nos regresa al tema de la Navidad.
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En este suplemento encontramos la presencia de la ficción breve, como en el caso de José Becerril Rivas: “Mi linda esposa”, un texto íntimo y lleno de sensibilidad.
-No por ser menos importantes, sino porque he respetado el orden de aparición como en los créditos de las películas, José Luis Sánchez Escalante publica un breve poema, “Un favorcito”, mismo que transcribo: “Porque en mi soledad no sé/ qué hacer con mi amor/ por eso te pido/ que me lo guardes”. Y agrego a la lista el texto de José de Jesús Ramírez Saavedra, “Libertad”, una especie de poema en prosa donde el autor se detiene en el camino para ponerle alas al concepto mismo.
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Mucha suerte y adelante.

miércoles, enero 23, 2008

Lo Inconcebible



Diario Milenio-México (22/01/08)
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Suelo sentir una zozobra incontenible, una especie de metafísica congoja frente a la gente que obtiene lo que quiere. ¿Cuántas horas o minutos les tomará, me pregunto mientras los observo todavía con el premio en las manos o el ascenso o el nuevo amor o justo antes de partir a la otra ciudad, para sentir todo dentro y todo junto eso que el filósofo francés Nicolás Grimaldi denomina como el desencanto? La situación es bastante común: un buen día un hombre o una mujer desea algo. Luego, de preferencia ese mismo día, de preferencia inmediatamente después de desear, ese hombre o esa mujer se dedica a tratar de conseguir ese algo con disciplina y con ahínco y, si se puede, con pasión. Otro día, tal vez un día bueno, eso que era el porvenir, eso que era pura imaginación, se transforma en el presente, se vuelve percepción. El deseo, como se dice, se convierte en realidad, y el hombre y la mujer, en lugar de brincar de alegría o, para ser justos, apenas unos instantes después de hacerlo, se quedan mirando hacia el horizonte a través de la ventana —la boca abierta, las manos en alto, la interrupción. ¿Así que de esto se trataba todo?
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Dice Nicolás Grimaldi, en ese hermoso libro que responde al nombre de Breve tratado del desencanto, traducido del francés por Juan Montelongo, que “el camino de la imaginación a la percepción pasa siempre por la decepción”. Esto no se debe, claro, a que ese hombre o esa mujer que un buen día deseó algo no obtenga lo que deseó, sino precisamente al hecho contrario: “el presente es tanto más decepcionante cuanto más se parece a lo que nos habíamos imaginado”. Según Grimaldi, la explicación habrá que buscarla en al menos dos sitios: por un lado, la naturaleza misma de la conciencia humana a la que define como una pura espera, una densa mediación y, por otra, a la relación desigual que el presente o lo real establece con el porvenir o la imaginación. Sobre la conciencia se ha dicho demasiado, así que lo dejamos por ahora en que la consciencia es “su propia falta y su propia deficiencia” y, siguiendo a Sastre y Schopenhauer, digamos que “es porque la consciencia es deseo que no puede jamás poseer lo que desea. Es porque es voluntad que no encuentra jamás lo que quiere”. Pero sobre la relación entre la imaginación y la percepción, entre el porvenir y el presente, sobre eso Grimaldi tiene un par de cosas que decir. Primeramente, argumenta que a pesar de que las apariencias dicten que el presente es finito y cerrado en sí mismo, y el porvenir infinito y, luego entonces, amplio espacio de la libertad, en realidad sucede todo lo contrario. De hecho, según Grimaldi “es precisamente la infinita riqueza de lo real la que me hace sentir su precariedad y, correlativamente, la infinita pobreza de lo imaginario la que me hace sentir sus consistencia”. El presente, que no es una inmediatez sino un soporte de interminables mediaciones, está tan plagado de posibilidades que, para empezar, es difícil siquiera percibirlo—una consciencia, recuérdese, es su propia falta y su propia deficiencia. De ahí, por cierto, que todo conocimiento de lo real pueda existir sólo en retrospectiva, sólo volviendo hacia atrás. Es la capacidad de reducir a un número manejable las alternativas de la imaginación lo que hace aparecer al porvenir como más libre o más intenso que el presente. Por ello, insiste Grimaldi, “estamos ciertos de lo que imaginamos, pero inciertos de lo que vivimos”.
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Este estatuto paradójico de la imagen está pues estrechamente relacionada al desencanto que el hombre o la mujer que un buen día deseó algo siente el otro, acaso no tan buen día, en que lo obtiene. Porque, ¿quién en su sano juicio podría cambiar la intensidad y el dominio de la imaginación —la intensidad que acaso resulta del dominio que se ejerce sobre la imaginación— por la desorientación y bombardeo de eventos que se suceden en el presente? ¿Quién en lugar de tenerlo todo elegiría optar por algo? Cuando el hombre o la mujer que obtuvo lo que deseaba avanza con los hombros caídos y la mirada gacha rumbo al baño —tiene una necesidad imperiosa de darse a sí mismo la cara o tiene vergüenza o le embargan unas ganas enormes de llorar— lleva ya sobre sí la marca del tedio, la saña del aburrimiento que significa tener entre las manos lo que sabía que algún día, un día acaso no tan bueno, tendría.
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¿Significa eso, al decir de Grimaldi, que la vida es un círculo vicioso de desencanto y que más nos valdría no desear o, si el deseo se ha cometido ya, más nos valdría olvidarnos de él o postergarlo indefinidamente? Tal vez. Tal vez no. Se trata en todo caso, parece decir el filósofo Grimaldi, de un círculo vicioso al que sólo puede romper la presencia “más densa” que es la presencia de la sorpresa. “Un principio de sabiduría”, concluye Grimaldi, “consistiría entonces en no esperar como una fiesta el advenimiento de lo que habíamos imaginado, sino en regocijarnos como de una sorpresa de aquello que no esperábamos y no habríamos podido ni siquiera imaginar”. Más de uno habrá sentido el relámpago de la alegría básica, el hachazo de primario gusto, el apabullante susto del alma y/o de la deficiencia ésa que es la conciencia, que se experimenta al obtener, inmerecidamente siempre, lo que no se esperaba. Eso, cualesquiera cosa que eso sea, es Lo Inconcebible: lo que no se puede planear, invitar, obtener. Lo que aparece, en toda su magnificencia, en el presente. Lo que toma, literalmente, por sorpresa (de preferencia por la cintura). Esa forma de felicidad es, por supuesto, entre otras pocas cosas, otro nombre de la escritura.