viernes, junio 30, 2006

Femme fatale in my life.

I
La lluvia resbala
por la pálida imagen
que proyecta la transparencia,
ésta resbala y las costras temporales
se reblandecen,
mitigando las ganas de virar.

II
A lejanías marítimas
una orca llora la pena del poeta
y en la tierra, un jaguar
cuida los pasos grabados por una mujer
en Chichén-Itza.

III
Ya son más de cinco tardes lluviosas
que te me apareces, intempestivamente.
Pero un trueno aparece con intenciones
de deslumbrarme, impidiendo a mis ojos
captar con precisión la imagen que proyecta
tu presencia móvil y libre como gaviota.

IV
Es silencio que cala.
Amanece de noche y la luna
aparece cuando el gallo canta.
No es el circulo polar,
tampoco una pintura surrealista;
es el efecto que provocan
las dudas veraniegas
de tus perturbantes miradas
en inenarrables movimientos.

V
¡Oh, Violetta mía!
Si supieras cuantas de mis
últimas horas,
han sido moribundas.

VI
Exíliame y no me obligues
a hacerte un diario,
donde la cabeza sangrará
por causa de un balazo
y con tinta roja acabaré
escribiendo las reacciones
que en doce minutos, o en
la mitad de cien más tres,
que me provoca
tu mirada indescifrable.

VII
Dante a Beatriz,
Kafka a Milena,
Flaubert a Bovary,
Velasco a Violetta,
Pitol queriendo dominar la divina garza
y Palou con Sofía.
Todas constancias de amor
Y yo ejemplo de pasiones
en víspera

VIII
Y son tantas las cartas,
las dedicatorias y las caricias
que te he entregado metafísicamente
a cambio de una conversación,
que me he acostumbrado a bailar
tango con tu sombra.

IX
Y ¿quién so yo
para adjudicarme el privilegio
de bailar con tu sombra?

X
Y sin embargo la ciudad llora
las vísperas
y mi negra transpira
el antaño, mientras un niño
orina la esquina del café
al que no te he invitado,
tal vez por eso en la iglesia
busqué la respuesta
¿señal divina o urinaria?,
pero es la paleta
la que me dicta la sentencia
de mis días por venir.

XI
La ciudad también grita
su profecía y cuida
cada paso que doy,
sin dejar de convidarme
de sus infortunados muñecos de acción
que dan un deseo
a cambio de un peso o dos.
Pero nadie me asegura
que puedas caminar a mi lado
bajo la lluvia.

XII
Tal vez mis deseos sean la realidad
de una ficción magnánima,
donde el que esto escriben,
ha decidido que mi papel
sea el de un poeta sin amor,
pero todo un docto en el tema.

XIII
Probabilidades existen
y volvemos
a la ecuación intemporal
que después de tantas operaciones
sigue sin descifrar
la incógnita de la x.



martes, junio 27, 2006

Huyendo del verso y el tiempo.

I
Si escribir es la máxima felicidad de la vida
como ha osado en afirmar Kafka,
por qué cada verso que te escribo,
evocándote,
es lo más parecido a enterrar
meticulosamente un cuchillo
en las costras de nuestra historia.

II
Kafka se equivocó.
Escribir es las cura más cara del mundo,
se necesita tener agallas
para poder nadar las veces que
sean necesarias
en los abismos privados.

III
Mallarmé solió explicar que
no leemos a otros, nos leemos en otros,
y con el afirmo que
no escribimos para otrora, nos buscamos en otrora.
Así es como encontré
las caricias extraviadas, los besos perdidos,
las abrazos inconclusos, las rosas sin regalar,
los poemas sin dedicar y las visitas pendientes;
que jamás nos presentaron
cuando decidimos conjugar el verbo amar.
Pasamos a ser parte del conciente imaginario colectivo.
Existe porque te inventé.
Nos amamos porque el lector, así lo desea.

IV
Y volvemos al inicio de tiempos inmemoriales.
Ambos desnudos, solos, sin nada que ganar
y mucho que perder.
Una serpiente todo lo comenzó.
Una manzana la constancia del acto.
Aprendí a obedecerte, y
tú a hinoptizarme con la levedad de tus caderas
y sin embargo, andamos solos, errando,
en busca del beso que todo lo calme.