sábado, octubre 14, 2006

Introspección IX

Son las diez horas con veintitrés minutos del sábado catorce de décimo mes del año seis del siglo veintiuno y hace ya un buen rato acabe el Zaratustra de Nietzsche, un libro tremendamente bueno y complicado. Toda una vida se puede llevar uno descifrando las verdaderas intenciones de Nietzsche, no me atrevo aún a opinar sobre la impresión, quizá cuando lea los otros tres libros que tengo de él, pueda sacar una idea general. Acaso podré decir que para ser un gran crítico de la Biblia y del origen de Dios y atreverse a anunciar su muerte se necesita ser mucho más conocedor que el propio Papa y más católico que cualquiera de los entes comunes que creen que yendo a misa cada domingo encontrarán “su salvación eterna”.
Hace poco termine un proyecto personal que está esperando ser criticado por los allegados, cuando tenga las opiniones requeridas comentaré el futuro de aquel proyecto.
Qué deprimente es estar en sábado en casa, frente a una computadora, escribiendo a no sé quién o a no sé cuántos. De qué me quejo no acostumbro salir, no tengo ni lugar ni acompañante. Soy el causante, amo y víctima de mi propia soledad.
Hace poco platicaba con una amiga por la vía del Chat, por dónde más, y me preguntó la razón a mi queja de la soledad, si yo soy una persona que siempre está acompañada si no de amigos, al meno sí de compañeros, le agregó que tengo un buen carácter. Y sí, tengo amigos muy íntimos y queridos, cada que pueden intentan comprender mi mente macabra, maquiavélica, sarcástica y negra como mi conciencia.
En fin, también sé que tengo los enemigos necesarios y precisos. En cierta forma son los que se encargan de darme vida, me mantienen en la boca de muchos conocidos, inclusive de desconocidos, dicen que mi presencia les agria la comida, pobres, lo siento, en verdad, ¿-?, mientras a mi ustedes se importan un comino si respiran o dejar de hacerlo.
Y la apuesta sigue, creo que llegará enero de 2007 y aún seguiré soltero, entonces serán dos años de estar sin mujer a que abrazar. ¿No es irónico esto sabiendo que los poemas escritos se desarrollan en el tema de la mujer? Creo, ahí está el resultado de mis poemas, me acostumbre a escribirle a la soledad, ahora no sé cómo se sale de ella. Empero, sé que con coca-cola se acompaña muy bien- ¡Salud!