Hay voces que
aseguran que los grandes narradores se han forjado en el periodismo, precisando
más: en la nota roja. Un absolutismo que no comparto del todo, pero en
ocasiones coincido. Fernanda Melchor en su libro de crónicas: Aquí no es Miami (Almadía, 2013) ya
había ofrecido grandes avisos de una calidad narrativa portentosa y viene a
confirmarlo con su primera novela: Falsa
liebre. Una novela que nos recuerda a Luis Estrada, los Hermanos Grimm y la
nueva generación de series televisivas de las cadenas norteamericanas.
A lo largo de doscientas dos páginas, Fernanda
Melchor nos cuenta dos historias centrales: la de los hermanos Andrik y Zahir
que anhelan la libertad, pues el primero padece sexual y mentalmente los abusos
de su amante, cuyo placer está en proteger y lastimar a Andrik al mismo tiempo;
el segundo hermano necesita librarse del yugo de una mujer nefasta: la tía
Idalia, que le ha pegado un sinfín de veces y lo ha dejado sin comer en varias
jornadas. Por el otro lado están Vinicio y Pachi, un par de amigos que
necesitan escapar de la tediosa rutina que ha invadido sus días: el primero es
un sobreviviente del dengue y un aspirante a la escuela de arte, donde sigue
sin ver un futuro prometedor; mientras que el segundo está harto de su esposa
que ha decidido enjaretarle la responsabilidad de su hijastra. Ambos han
encontrado en el alcohol y las drogas la solución para hacerle frente a sus
problemas. Al final, estas historias se cruzaran de forma trepidante para darle
una vuelta de tuerca al final que parecía vislumbrarse.
Fernanda Melchor tiene varios atinos: la
fluidez narrativa, el recurso estético de fraccionar e intercambiar las dos
historias centrales, su habilidad para mezclar con fineza y humor fuertes
escenas cargadas de sexo, muerte y violencia, su exactitud narrativa y su
originalidad; lo que hace atractiva la novela para el lector.
Un libro del que es imposible salir bien
librado porque perturba, causa repulsión y al mismo tiempo entretiene,
divierte, atrapa.
Una novela que por su calidad invita a
tener una lectura continua, pero por su temática es necesario hacerse descansos
repentinos.
Al final, Falsa liebre nos recuerda que en el día a día no hay finales
felices ni destinos trazados, sino decisiones que van trazando el camino.
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*Falsa
liebre. Fernanda Melchor. Almadía: 2013. México.
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