El cuento es un
género difícil de trabajar.
Cortázar decía que el cuento debe
ganarse por knockout, mientras que la novela se gana por decisión; haciendo una
clara referencia al box.
Escasos son los cuentistas que ganan por
knockout y pocos son los que entienden que un libro de cuentos no es un
compendio y sí una reunión de textos que
por vaso comunicante tienen una temática o una experimentación estética. Esto
en cuanto a escritores.
Luego están los lectores, aquí hay de dos
platos, pienso: los versátiles y los conservadores. Los primeros son felices con
una reunión de textos donde las cualidades del género estén bien desarrolladas,
experimentadas, mejoradas y aumentadas sin importar si son para “niños o
adultos”; los segundos quieren textos que cumplan con exactitud las normas
estéticas aprendidas en la academia y buscan temas “acordes a su edad”, aquí no
hay espacio para la experimentación o el juego.
Recientemente el defeño -poblano por
adopción-, Víctor Roberto Carrancá publicó El
espejo del solitario (Ficticia-CECAP, 2014), una colección de cuentos cuya
unidad temática es la fantasía y recurre a una narración socarrona para contar
cada una de las historias que conforman su primera ópera prima.
El
espejo del solitario reúne una serie de narraciones que
suceden en un mundo distinto al nuestro: Enogea; creado por José el Solitario,
donde todo es posible y la división entre el mundo narrado por José el
Solitario y el “real” es mínima, así como la posibilidad de una absoluta
inexistencia de todo lo que conocemos por mundo.
Las virtudes de este libro son varias:
el manejo preciso de las palabras para desarrollar un serie de microhistorias,
que al final se convierten en la historia de Enogea; la capacidad de
resignifcar cada palabra y concepto para que funcionen en este mundo; y –sobre
todo- la demostración de que hacer literatura es divertido. Carrancá juega con
el lector, lo trae por donde se le antoja y le hace creer lo que él quiere. Lo
engaña. Se burla de éste y de la “literatura seria”, demostrando así que no hay
mayor seriedad que el juego.
El
espejo del solitario es un divertimento donde el lector
también es cómplice de los personajes. Al final, el lector terminará con la
sensación de no saber si está caminando por el mundo “real” o se ha vuelto un
habitante más de Enogea.
Aquí Carrancá está al servicio del José
el solitario -creador de estas historias-, quien habla sobre Enogea y sus
habitantes.
Originalidad, hilaridad, verosimilitud,
experimentación y comprensión exacta de lo que significa el género del cuento
son las razones que invitan a que los lectores le den una oportunidad a El espejo del solitario.
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*El
espejo del solitario. Víctor Roberto Carrancá. Ficticia-CECAP: 2014.
México.
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