miércoles, octubre 19, 2005

Miradas

Miradas.

Llevo mucho tiempo siguiéndote, te mande muchas señales para hacerte ver que acá me encontraba, pero jamás lo notaste. Me mirabas, pero no decías nada. Simplemente mirabas, eso era una ventaja. Al menos te parecía interesante o atractiva. ¿Recuerdas estábamos en un curso? Por sí hacía falta la referencia. Tu llevabas un libro de Faulkner y dos amigos como compañía, a veces también iba una extranjera, perdona lo despectiva que me escucho, pero me daba celos, pensaba que era tu novia. Tal vez por eso tu timidez.
Supe con el paso del taller que conocías a los escritores que nos impartían el taller y como no te acercaste nunca, decidí pedirle a uno de ellos tus datos. No me los quisieron dar, pero días después uno de ellos me dio un periódico local, donde escribe o escribías. Lo empecé a comprar cada miércoles a veces jueves, para leerte, era la única manera de tenerte cerca.
Paso el tiempo como todo, seguí comprando el periódico, pero no me atrevía a escribirte a tu correo, supongo jamás harías caso debido a que aparecerá en correo no deseado. No lo leerás. Estoy segura. ¿Qué importante puede ser el correo electrónico de una mujer? Muchas te han de escribir. Es más ni creo valga la pena escribir, pero no pierdo nada.
Antes eres un don nadie bastante atractivo para mi perspectiva. Hoy leí los periódicos, aparece tu nombre en letras grandes, ocupando la primera plana, ganaste un premio literario. Después de tantos años, has de estar feliz.
¿Podemos salir? Te he demostrado con todo esto mi devoción, nadie la ha tenido, ni siquiera esa mujer que aparece en cada foto a tu lado, cuando sales en los diarios. O al menos vamos a tomar un café, para que me firmes tu libro. Lo he leído veinte mil veces y no me cansó.
Respóndeme aunque la respuesta sea negativa.
No, no lo hagas. No tiene caso sacarte que abras los ojos, salgas del ataúd y me des una respuesta. Sólo quería enterarte de mi devoción hacia ti y del premio que obtuviste a tus cuarenta años.
A mi no me queda más que esperar la hora de mi muerte.
Con amor.

La mujer que miraste alguna ocasión.

No hay comentarios.: