jueves, diciembre 06, 2007

El fin del Café Aguirre



Diario Milenio-Puebla (06/12/07)
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Lo que paulatinamente había venido sucediendo en un café tradicional –de una ciudad de tradición como Puebla– parece que ha llegado a una fase casi terminal. El café Aguirre de la 5 de Mayo (entre la Avenida Reforma y la 2 Oriente/Poniente) está en el abandono y quizá (en un corto plazo) cierre para siempre sus puertas al público. A principios de los noventa, un ingeniero lo remodeló para empeorarlo. Me acuerdo, por ejemplo, de un absurdo que no escapó a la vista de quienes lo frecuentábamos a diario. No sé cómo se les ocurrió simular unos ventanales y sus rejas ubicadas a la orilla de las mesas. Pero eso no es todo: metieron al fondo una televisión cuyo monitor lo cubría una planta de plástico.
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El "Aguirre" debió haberse inaugurado en los cincuenta o un poco antes porque, según lo he investigado, la primera remodelación la realizó en los sesenta el arquitecto Everardo Morales Pardo. Ése es el café que yo conocí en 1977, el que tenía una barra y un biombo que un poco protegía del frío durante el invierno. Lugar que frecuentaban los periodistas, escritores y políticos de Puebla, lugar de enorme tradición, ahora ha dividido el espacio para rentarlo –me han dicho– a la empresa de Telcel. Si ya sus propietarios habían terminado con la tradición de los chilaquiles y los tacos Petri, ahora (no le doy mucho tiempo) están por terminar con todo. En algunos países de Europa, sus habitantes tratan de conservar sus sitios tradicionales. Lástima que no hay alguien que se dedique en México a esa tarea. La preservación de las ciudades y sus espacios es la preservación de sus habitantes mismos. Antes, también lo recuerdo, la gente esperaba a que se desocupara alguna mesa porque el café tenía una clientela importante que era atendida por las amables Delfina (que en paz descanse) Bety, Cristina, Agustina o Lucía. Pronto, luego de la horrible remodelación de los noventa, el Aguirre no volvió a ser lo mismo. Se fue quedando solo poco a poco, dejaron de asistir los clubes de jugadores de dominó y los periodistas que gustaban de una orden de tamales, de los tacos Petri o del buen café que sólo ahí se ofrecían. Se terminó entonces ya una tradición de muchos años.
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En una de las carpetas que ponen ahí con los cubiertos, yo dejé un mensaje como este: “señor (me dirigía por supuesto al señor Vicente Aguirre): se ha cerrado una página de la historia de Puebla. Un café tradicional ha dejado de serlo para que crezca una empresa de telefonía celular. Es una lástima”.
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Y no dudo que la señorita que me atendió haya tomado la carpeta y, sin ver una sola línea, la haya tirado a la basura. Es una verdadera lástima. Ni modo, qué se le va a hacer cuando no se supo administrar un café como el "Aguirre". Lo que queda del "Aguirre" está en el descuido total. Pronto nada existirá: “no me preguntes cómo pasa el tiempo” como el título del poemario de José Emilio Pacheco.

1 comentario:

Anónimo dijo...

tienes razon, mi abuelo jose v. aguirre fundó el café en los años 50, y yo he sido uno de los nietos aguirre que siguen frecuentando el lugar (me imagino que soy el unico sin tomar en cuanta a mis primos, hijos de vicente) y ha perdido su chispa, su escencia y desgraciadamente el sabor. no puedo dejar de ir por los recuerdos de mi infancia, esos domingos en familia que mi padre nos llevaba a comer religiosamente, y el desayuaba todos los dias ahi, en la misma silla. que lástima, que una parte de nuestra cutura poblana desaparezca año tras año, si mi abuelo viviera, de seguro se volvería a morir viendo su precioso café en la ruina.

juan carlos aguirre

camaras y fotos