jueves, diciembre 06, 2007

¡AL CARAJO!

Bajo el Sol (Diario E-consulta Puebla-06/12/07)
Por Roberto Martínez Garcilazo
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Para Johnny be good
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De repente Uno abre los ojos en su cama y siente una extraña y caliente energía animar su cuerpo que súbitamente se torna ligero y fuerte:
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Y entonces Uno decide mandar todo al carajo.
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- ¡Al carajo! Dice a su sí mismo. ¡Hoy no voy a trabajar, pase lo que pase, hoy no trabajo y tampoco me baño! Y de un salto Uno ya está en vaqueros y playera dentro del coche agarrando camino en busca de la salida de la ciudad que más cerca le queda para la huída.
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Toma el bulevar 5 de mayo hasta San José, dobla a la derecha, le mete tercera y en un tris ya está en Los Fuertes.
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Mete la cuarta, pasa la horrorosa fuente de Ignacio Zaragoza y enfila hacia la salida a Tehuacán.
Piensa llegar a San Salvador El Seco y de ahí tomar a la laguna de Atezcá, rumbo a Perote.
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Recuerda a Johnny be good.
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Su amigo, aquel a quien su madre le decía con el índice admonitorio cual katana: Pórtate bien ya no andes de parranda con tus cuates buenos para nada, que eso del teatro no te va a dejar nada bueno...
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Decía la mamá de JBG y tuvo razón, nada bueno le dejó, si acaso la memoria de la interminable temporada de ensayos de El Rastro, de Elena Garro, en los que Adrián Barajas, el héroe que era –es- JBG, tambaleándose de borracho y encantado por la nostalgia de una tierra y un tiempo que todavía no existen, le dice a su amada Delfina que él, Adrián be good, sólo quiere cantar con sus amigos y mecerse de alegría en la rama más alto del pino del atrio de la iglesia de La Gloria, el pueblo de JBG, que también es el de Adrían Barajas y el de la Garro, que nunca imaginó que un pueblo polvoriento pudiera llamarse así.
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¡Échenle una mano a Juan Barajas! Recuerda que decía su amigo y mete el acelerador y ya le urge a Uno llegar a la laguna de Atescá donde recuerda que Juan the good le dijo hace años que debajo de la fría superficie vivía una criatura semejante a la del lago Ness:
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- ¡Un dinosaurio en la laguna! ¡No mames Juanito!
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- ¡Que sí, lo digo porque lo vi. Yo vine a nadar, y me eché al agua y llegué hasta el centro inmóvil de la laguna y ahí me quedé flotando de a muertito cuando de pronto frente a mi emergió la cabeza de la criatura, una cabeza parecida a la de un dragón, si, un dragón de agua, yo lo vi, él me vio, cerró los ojos y de nuevo se sumergió!
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La luz del día emborrona de violeta las nubes y Uno recuerda otra madrugada en la que corría por la pista que conduce a Atlixco y maravillado miraba el azul eléctrico del cielo ir mudando lentamente de matiz, una mudanza indescriptible por lo fino y contundente del cambio que ante sus ojos, ante el auto que iba como un tiro a 190 kilómetros por hora, ocurría en el silencio sagrado que nimba los milagros.
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¡Todo al carajo! Dice sonriendo

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