sábado, febrero 28, 2009

El horror de la ficción

Diario Milenio-Puebla (26/02/09)
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En algunas de mis anteriores colaboraciones he dicho que desde hace muchos años nos hemos habituado (o nos han habituado, más exactamente) a presenciar la violencia cotidiana sin que ésta nos deje el mínimo sentimiento de culpabilidad. Tenemos ante nosotros una gran cantidad de notas que narran hechos sangrientos, y nosotros recurrimos a las bromas quizá como un último escaño de los mecanismos defensivos.
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Circula en la red un caso que me ha dejado pensativo y mirando hacia arriba, hacia las estrellas. No es muy creíble, porque me ha llegado anónimamente y en todos los casos (como sucede con las leyendas) han cambiado el lugar de los acontecimientos. Las notas de la red no dan nombres ni hay un estado que se haya pronunciado de manera oficial. No hay nada, sólo la terrible historia que pudo ser escrita, aun sin los parámetros de la verosimilitud, por una anónima mente truculenta.
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Narra la nota de la Internet que hace pocos días en el entronque de la carretera Colima-Jalisco (un e-mail más dice en Nuevo Laredo) un camión congelador propiedad de una fábrica de paletas (otro e-mail agrega que era de una fábrica de alimentos enlatados) chocó contra el auto de una señora, a quien se le ofreció un pago extraordinariamente más alto a los daños causados por el percance. Sin embargo ella no aceptó y llamó al seguro, a los peritos y a la policía.
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El conductor del camión (otro e-mail más afirma que era una camioneta) se sube hasta donde está el volante, pone los seguros y luego se da un tiro en la cabeza. Al revisar el camión (o la camioneta, para el caso es lo mismo), se descubre que en el congelador hay diez cadáveres de niños sin órganos. Se dice que las autoridades detuvieron todo tipo de información para no causar pánico.
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Ahora la misma versión circula en Ameca, Jalisco y ha causado un aterrador miedo entre los habitantes, que comienzan a creer que sus hijos serán robados de las escuelas y que se han visto autos sin placas rondando las calles, etcétera. Todo como en las mejores leyendas. Se pide precaución en el cuidado de los niños en las escuelas y en los hospitales.
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Lo que no encaja muy bien en esta historia son un par de argumentos: ¿Por qué la señora no se deja de embrollos y no acepta la cantidad ofrecida por el conductor del camión para irse tranquilamente a su casa? ¿Qué le hubiera costado al mismo conductor darse a la fuga, ya que el camión no estaba inservible?
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Son preguntas para Columbo. He buscado en páginas electrónicas algo que me pueda ilustrar el caso y no hay nada, absolutamente nada. A fuerza de repetirse una versión, llega a creerse. Estas versiones son síntomas de los malos tiempos. El e-mail termina: “No dudes en reenviar este mensaje, salva a un niño”. El horror como ficción en las páginas de la Internet.

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