sábado, noviembre 29, 2008

Aclaraciones.

Los cierres son exhaustivos, a veces el entorno aprieta, ahoga, como invitando a que uno vocifere: váyanse todos a la chingada.
Pero, no, uno debe aprender a calmarse.
Hay tanto alrededor: el qué dirán, el que no la debe y por razón justa, no debería pagarla; enseguida, el todopoderoso creador de lo que conocemos como vida, que está ahí, listo para degollar al idiota que no esté preparado para gozar de su imperio celestial y, antes, por encima de todo: la familia, ese apellido que uno carga sin haberlo escogido, a la que uno puede dejar en mal, por culpa de una mala decisión o una palabra, frase u oración, mal empleada por mi culpa, por su santa culpa, mi puta culpa.
Por eso ruego a quién se deje engañar por mi verborrea, que no me abandone en las tinieblas.
Me da tanto miedo la oscuridad.
La vida es corrosiva lo que no hace daño, no sabe. Lo que no mata, simplemente no es agradable.
Quizá por eso, desde chico he tolerado que pasen por encima de mí.
Hay que aprender a ser pisoteado, para después, chingarme a todos a gusto.
Y si alguien me pregunta por qué, le diré: es más humano que los lleve de la mano al camino que conduce a la chingada, a aventarlos a la deriva.

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