viernes, septiembre 26, 2008

Paquidermos del centro

Diario Milenio-Puebla (26/08/09)
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Yo no sé a qué se debe el asombro de un cronista radiofónico quien reportó la mañana de ayer, desde una estación del Distrito Federal, que en varios puntos de México se habían encontrado paquidermos en plena calle, hechos ante los cuales la gente no sabía cómo reaccionar. Habrá que verlo quizá como un fenómeno poco común. Y ya. Comentó el cronista que ese raro fenómeno se debe a que los ayuntamientos dejan que se instalen los circos donde sea, sin ninguna medida de seguridad.
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Por lo pronto recuerdo que hace mucho tiempo casi me brincó un cebú que se desplazaba velozmente en pleno centro de la ciudad y recuerdo que –efectivamente, como consecuencia del mal cuidado que a los animales les ponen los dueños de los circos— a mi hermano lo abrazó con euforia un mandril que escapó de su jaula.
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Al escuchar al cronista, pensé entonces que Augusto Monterroso pudo haberse inspirado (aunque sé que la inspiración no existe) para escribir su clásico cuento corto, “Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba ahí”, en uno de estos casos rarísimos.
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Un video de esos que les encantan a los norteamericanos muestra a un cocodrilo que sale de la orilla de un río y se traga así, de golpe, a un pobre niño güerito que se a su vez, se estaba comiendo un emparedado. Videos y datos para la morbosa curiosidad. Lo curioso es la coincidencia señalada por el amigo de la crónica radiofónica. En varios puntos del país, en la calle, a la misma hora casi del mismo día, la gente pudo ver (observar) la presencia de paquidermos.
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En el Vips del centro, vi que las personas se paraban y salían como si estuvieran participando en un simulacro de sismo. No iban a ver tras los cristales a un paquidermo en la calle. Todos corrían a pedirle un autógrafo a Evita Muñoz “Chachita”. Al darme cuenta de eso, seguí metido en mis hot cakes y mi americano descafeinado.
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Hace tres meses que anduve por San Luis Potosí, en el restaurante del hotel donde me hospedaba, un personajillo de la farándula (un cantantito hechizo como los muebles de Los Sapos), esperaba ansioso a que alguien se le acercara a pedirle su autógrafo. Lo acompañaba una pareja y se reían para llamar la atención. Nadie se le acercó, por supuesto. Este hombre del que era Miguel Ángel, el de la primera generación de La Academia. Lo insisto: es más interesante, sin duda, encontrarse con un paquidermo.
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Me encuentro un poco recluido últimamente porque, tal y como se lo dijo Pita Amor a Daniela Romo en una entrevista, ya no soporto a mucha gente. Estoy recluido y creo que no tengo posibilidades de toparme con un paquidermo. Sin embargo, pienso que para mí sería mucho mejor lo último que sortear las mesas del Italian del Portal Morelos los domingos que hay ruedas de prensa organizada por políticos monotemáticos. Mejor sería fotografiar a un paquidermo en el centro.

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