viernes, julio 25, 2008

¡Ay, Puebla! (columna "Exfuturos"-Diario “El Columnista” de Puebla- 21/07/08) por Pedro Ángel Palou

1.- En estos meses fuera de Puebla –cuya vida y vicisitudes he seguido por los periódicos- me he dado cuenta que infinita flojera debe darnos la vida cotidiana en esa urbe. Si un extraterrestre solo tuviera esos documentos que yo he leído como muestra de nuestra historia recientes estaría convencido de varias cosas que a continuación enlisto:
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2.- La política en Puebla es una lucha sin cuartel por una única posición que parece importante, la de gobernador. Nadie piensa en otra cosa. Todos viven en ese coro infinito, apoyando a uno y denostando a otro por los mismos méritos o defectos, es lo de menos.
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3.- La prensa se ha asalariado a alguno de esos prepreprecandidatos. Los periodistas parecen fanáticos viendo un juego de fútbol, no hay en ese sentido imparcialidad alguna.
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4.- Los derechos humanos no existen.
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5.- La transparencia no existe.
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6.- Las necesidades de los habitantes de Puebla no existen.
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7.- Sólo existen un número muy pequeño de prohombres y promujeres que pueden llegar a ser gobernadores, lo que en el México postpresidencial y casi yo diría antiparlamentario significa nuevos caciques estatales.
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8.- Puebla es un tablero de ajedrez en que los aspirantes, suspirantes, pero NUNCA inspirantes, mueven sus piezas. Nadie importa, no existen los seres humanos, sólo esos pocos inmortales que pueden competir por el ansiado puesto.
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9.- Es como en el cine, cuántos grandes fotógrafos o actores se han perdido porque quieren, a fuerza, ser directores, como si ese fuera el único oficio digno dentro de la industria cinematográfica.
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10.- Hubo una época en la que ser senador era el máximo honor al que podía aspirar un ciudadano. Era equivalente a ser algo así como padre o madre de la patria. Hoy es un trampolín para lanzarse a ese salto vacío, guerra a muerte que se llama ser gobernador.
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11.- No hay una sola propuesta interesante para Puebla que nos hable, por ejemplo, de cómo ser competitivos –ya no mediantes la industrialización, pero sí mediante la economía terciaria, nuestra vocación última. Nadie se ha detenido a preguntarse y preguntarle a expertos cuál puede ser la vocación económica y cultural de Puebla en el siglo XXI.
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12.- Nadie se ha preguntado, tampoco, cuántas Pueblas existen, porque es más fácil hablar de Puebla en singular. ¿Y la Puebla indígena? ¿Ya la de la planta industrial carcomida por el contrabando chino? ¿Y la de los cafetaleros que con una hectárea de tierra prefieren que se pudra su cosecha? ¿Y la de la pobrísima Sierra Negra? ¿Y la Puebla de los comerciantes? ¿Y la del comercio informal? ¿Y la de Simitrio, porque sigue habiendo, aunque no nos gustes, una Puebla de Simitrio y una de Antorcha Campesina, y otra muy distinta de los jueces y magistrados y de los casi inservibles diputados? Revisen los periódicos: el ochenta por ciento de las notas son sobre el municipio de Puebla (existen otros 216, por cierto, de los que sólo se habla cuando hay una tragedia). Piénsese, por ejemplo, en la literatura. Hay un loco que habla de literatura poblana al referirse a tres escritores que escriben en dos colonias de la ciudad de Puebla y deambulan por un café de los portales de la mucha veces heroica ciudad de sus amores. ¡Luis Cabera y Manuel M. Flores, por sólo citar a dos, se morirían de nuevo!
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13.- En medio de estas preguntas y muchas otras que el ciudadano de a pie se hace los políticos no ayudan en nada. Y los periodistas, salvo escasas veces, muy escasas, casi invisibles veces, sólo refuerzan esa visión desde lo que Christopher Hutchins, siempre crítico (sobre todo de sí mismo, sin lo que no sirve la crítica) llama periodismo de hotel ese que puede hacerse -¿lo podríamos llamar periodismo de Starbuck´s?- con cualquier línea de Internet pues repite lo que otra página electrónica que será o no impresa al día siguiente ya opina, ve y dice. Esa uniformidad me aterra tanto o más que la política, porque ha renunciado a la crítica ideológica y entonces ya no ve nada.
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14.- Preferimos encabezar y fundar patronatos, comisiones, premios y cuanto sucedáneo exista para hablar de nuestro pasado. Es más cómodo. Déjenme decirlo de una vez por todas: desde el quiebre de la cultura católica en la Guerra de Reforma Puebla no ha sabido cómo recomponerse. Dentro de poco habrá más miembros del Consejo de la Crónica que ciudadanos en la ciudad. ¡Viva el pasado, nuestro territorio de felicidad! ¡Viva la infelicidad de ser poblanos en el 2008 sin saber qué demonios queremos!

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