martes, noviembre 02, 2010

El Chapo y La Siemprefría (una narcocalavera) (Diario Milenio/Opinión 02/11/10)

Cuando llegó el carpintero
a tomarle las medidas
para hacerle una pijama
al estilo del rey Midas
que le sirviera de cama
en lo hondo del agujero,
díjole El Chapo: “Me muero
por saber el apellido
del soplón que me ha sumado
a esta lista peliaguda
donde el capo más armado
y el sicario arrepentido
bailan, sin pizca de duda,
con una misma Huesuda
cuya misión pertinaz
no le deja ni un ratito
(de tantos que antes tenía)
para descansar en paz
(con tamaña artillería)
y concederse el gustito
de darse un chico gallito
entre dos fiambres puntuales…”


“Es que esta lluvia de balas
no admite formalidades
y la Muerte anda de malas
pues para colmo de males
se ha metido cantidades
poco menos que industriales
de substancias ilegales
para aguantar esta vara”,
confió al Chapo el carpintero,
con los clavos en los dientes
y esas córneas elocuentes
que hablan de un perico fiero
cuyo poder se compara
con el de diez gatilleros
armados hasta los huesos.
“Yo le prometo, don Chapo,
que si me pasa una muestra
de esa nieve cocinada
que hace de un matón un capo
y del mundo tierra nuestra,
le hago su caja dorada
como a María Inmaculada...”
Iba así la transacción
entre capo y carpintero
cuando, cual chicharra aguda,
el grito de un mensajero
les detuvo el corazón:
“¿Cómo ven que la Huesuda
se nos murió de un pasón?”
“¡Y ahora quién me va a pagar!”,
gruñó el hombre del martillo
con la merca bajo el brazo
y en los ojos cierto brillo
que dejaba adivinar
ya no un estado virtual,
sino un virtual estadazo.
Desde aquel día las ventas
se vinieron para abajo:
sin la Muerte, los matones
se quedaron sin trabajo
y las batallas más cruentas
fueron ya sin municiones
pues en todas las naciones
pronto quedó demostrado
que no hay droga suficiente
pa’ aplacar a la manada
de diablos intransigentes
que no por cosa de suerte
saltan ya sobre el tejado
de la eternidad odiada
cuando se muere la Muerte
y no queda más que nada.

* Esta calavera fue compuesta de manera especial por el autor para el programa El asalto a la razón de MILENIO Televisión

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