lunes, marzo 16, 2009

La disparition

Diario Milenio-México (16/03/09)
---
Tal es el título de la novela publicada en 1969 por Georges Perec, aquella cuya fama deriva en buena medida de su carácter lipogramático. Me explico: un lipograma es el texto en que se omiten deliberadamente todas las voces que contienen determinada letra, y he aquí que, en La Disparition, Perec no emplea una sola “e”. Así, G.P. nombrará a su protagonista Anton Voyl y lo lanzará a una ominosa trama. Disparition: vacío, adiós, omisión. “¿Hay un animal con un corpus circular, mas no clausurado, acabado por un trazo casi rígido?”; con tal animal, motor para la acción, hallamos lo no hallado, grafía proscrita.
-
Para mi apretada sinopsis de la novela me he esmerado en imitar el procedimiento perecquiano, en cultivar un minilipograma marcado por la ausencia de la e. No ha sido fácil. Si pierdo la e pierdo el nombre de Georges, que tiene dos, y el apellido Perec, con otras dos (de ahí mi recurso a la iniciales G.P.). Pierdo también las expresiones “llamarse” y “responder al nombre de”, por lo que Anton Voyl se ve obligado a ser “nombrado”. La trama, sin e, no podrá ser misteriosa y menos enigmática sino apenas (que no meramente) ominosa. Habrá, sí, vacío, adiós y omisión pero —¡ay!— no ausencia. Y mi traducción de la frase “Y a-t-il un animal qui ait un corps fait d’un rond pas tout à fait clos finissant par un trait plutôt droit?” devendrá crípitica al no poder sustituir corps por cuerpo sino por el latinajo corpus, al obligar al círculo a estar “no clausurado” en vez de “no cerrado”, al devenir el trazo que da su forma a la e no “más bien recto” sino “casi rígido”. ¿Por qué me ha costado tanto trabajo? Primero, claro, porque no soy Perec: porque mi pluma, de sí menor, no se ha visto fogueada en el extravagante ejercicio de las limitaciones autoimpuestas. Pero también porque escribo en español y no en francés, y he aquí que el vocabulario de nuestra lengua supone una recurrencia todavía mayor de la letra e.
-
La Dispatition tiene tres traducciones inglesas, y si bien una —la de John Lee— es tramposa ya desde el título, que apela a la contracción para escribir Vanish’d!, las otras dos resuelven bien el problema de la elisión de la e en al llamarse A Void (la de Gilbert Adair) o A Vanishing (la de Ian Monk). También hay una española, hecha en comité, que, cosa harto reveladora, opta por eliminar la a en lugar de la e, lo que redunda en un nuevo título —El secuestro— y una mayor facilidad de adaptación a nuestra lengua, ese español que es todo encanto y entendimiento, pendiente y dependiente de la e.
-
Conclusión exprés: escribir en español sin e es empresa ya no heroica sino eminentemente errada. Y estúpida.
* * *
Todo esto me vino a la cabeza la semana pasada, cuando mi teléfono celular tuvo a bien (peor: a mal) quedarse sin e. Pulsaba yo el teclado y en la pantalla aparecía ora la q, ora la w, ora la r… pero nada de e, lo que habría de lanzarme a toda suerte de complicaciones a la hora de enviar mensajes de texto, modo privilegiado de la comunicación en estos tiempos fragorosos. “¡Perdón!”, quise decir a mi asistente, asumiéndome jefe consciente de sus errores, pero no pude escribirle sino “Sorry!” antes de añadir un “t djo la grabadora n mi casa sta tard; como vrás, mi tclado s jodió” (huelga decir por qué hube de decretarlo jodido y no meramente echado a perder). Lo peor, sin embargo, vino cuando un amigo, que visitaba en ese momento la exposición Zares, integrada por piezas del Museo del Ermitage, me pidió le recordara cuál era la que más me había gustado. La tragedia estribaba en que se trataba de una caja de rapé, azul, sembrada de diamantes. Problema: sin e, la caja de rapé devenía caja de rap, suerte de boombox más adecuada a Diddy que a Dmitri. Solución: describirla como “una cajita para tabaco, azul con diamants, qu stá n la misma sala dl rtrato d Catalina la Grand” antes de ofrecerle disculpas por mi “catalanismo involuntario”.
-
La semana que pasé sin e fue terrible. Fue un tiempo sin esposa Eunice ni abuela Elvira ni madre Teresa (es la mía: no la de Calcuta) ni padre Miguel (mi progenitor, no mi confesor). Sin escritura —nada de ensayo pero tampoco novela, cuento o poesía— y sin algo extático, evanescente, erótico, entrañable o aun hermoso que redimiera esta existencia que ya no era sino vida.
-
Gracias, pues, al técnico de Iusacell. Gracias por haber terminado no sólo con la disparition sino también con la desaparición, por haberme devuelto al encantador, eterno, entorno de la e.

No hay comentarios.: