jueves, marzo 19, 2009

Cadáver crítico

¿La crítica se entiende?, ¿tiene que entenderse? A veces el perdón da pie a la opinión, a la crítica, entender es a veces intrascendente.
Mi abuela necesita tan sólo el perdón, pero claro que la he criticado, lo malo es que por eso no la entendía. Sigo sin entender, sigo criticando. Lo único es que ahora me crítico y aunque no me gusta, a veces me ayuda a entenderme.
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Yo acabando de leer Bestiario hice la cosa más facilona, que fue poner lo que me acordaba. Pero luego lo volví a leer y me salté unas partes bien sabrosas, como que nada más me acordé de lo que habían comentado en la otra clase. Pura faramalla y pose. A la otra escojo un autor menos conocido y escribo lo que me pasó en el día, como si hubiera sido un libro de alguien más.
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De reversa. Las letras vuelven a ser tinta y las ideas regresan a una razón que se desvanece en la materia gris. La crítica ya no es crítica sino una impresión de un texto cuyas letras van del ojo al papel y del papel al tipo de la imprenta y a la pluma que recibe la tinta que es una idea en la materia gris de quien escribe.
Luis Miguel desdobla la hoja y sus letras vuelven al bolígrafo, dobla la hoja y se la da a Sandy…
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En el bar de siempre, av. Siempre muerta número quince, nos reuníamos a intercambiar opiniones o impresiones acerca del placer que nos provocaba la lectura y re-lectura del primer cuento que había escrito Bernardo antes de fallecer. Era un homenaje que le rendíamos.
Un día Roberto soltó una verdad –lo digo, porque parecía seguro al pronunciar su idea-: “lo que hacemos en honor a Bernardo es una crítica literaria. Lo aprendí en clase”.
De repente, el silencio reino y decidimos que era mejor tomar una coca-cola para recordarlo. Lo otro, era ya un ejercicio viejo y aburrido.
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En algún lugar de la infernal Puebla de los ángeles:

Rodrigo Millán
Sandra Palacios
Luis M. Estrada
Alfredo Godínez

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