viernes, septiembre 12, 2008

Santas escatologías-Israel León o’Farril (La Jornada de Oriente 11/09/08)

Los que siguen son textos del que fuera tallerista de Carmen "La Mary" Barranco y de Alan "el profe negro" Arroyo; ambos, ahora en el Collhi.
-------
Mientras leía el texto de Solange Alberro El Águila y la Cruz, orígenes religiosos de la conciencia criolla, buscando información sobre los mitos creadores de la nacionalidad en México, entre los que se cuenta el mito de Guadalupe y el fundacional –ése del nopal con el águila y la serpiente–, tuve una revelación cuasi religiosa: aquí y allá se mencionaba el término escatología.
-
Más adelante sucedió lo mismo con el texto de Jacques Lafaye Quetzalcóatl y Guadalupe, la formación de la conciencia nacional; y con el de Enrique Florescano Memoria mexicana. En todos ellos se mencionaba la palabra escatología. Sin salir de mi estupor, corrí al diccionario de la Real Academia, para confirmar que escatología se refiere a todo lo relativo a los excrementos y suciedades, pipí, popó, punes, mocos, en fin, todo aquello que el cuerpo desecha. ¿Qué demonios tenía que ver con lo sacro?
-
Más adelante me llevé tremenda sorpresa al descubrir que también se refiere al “conjunto de doctrinas relacionadas con el destino último del hombre y el universo”. La relación entre los dos términos me pareció deliciosamente perversa, y ese escuincle que todos llevamos dentro empezó a elucubrar un sin fin de juegos de palabras. Lo primero que me vino a la mente fue el joven maravilla, ñoñazo patiño de Bruno Díaz en el más ñoño aun programa televisivo basado en la historia del DC Comics, diciendo: ¡Santas Mierdas, Batman! Algo que jamás hubiera aparecido en nuestra sacrosanta televisión, dicho sea de paso.
-
Claro que no me detuve ahí. En los libros anteriormente mencionados se relacionaba a la escatología con la construcción de la identidad criolla a manos de un tal Bachiller Miguel Sánchez que publicó en 1648 un elogio a la aparición de la virgen de Guadalupe, de nombre tan largo que no cabría en este artículo. Baste decir que basaba su argumentación en que la virgen era la viva imagen de la mujer del Apocalipsis según san Juan. Si releemos ese texto, vemos que la mujer de la que habla habrá de dar a luz al niño, que es Jesús, que será tomado por los ángeles para ser llevado a los cielos, y que el demonio, representado por un monstruo en forma de reptil, ataca a la mujer frustrado por no poder devorar al niño; entonces, los ángeles le regalan a ella un par de alas de águila para que pueda escapar de la bestia. Los investigadores comentan que no hace falta mucha imaginación para encontrar un simbolismo mestizo en esa imagen, mezcla entre el catolicismo y un mito prehispánico: la virgen por un lado y el águila en el nopal devorando a la serpiente por el otro, reptil por cierto que representa al demonio que es vencido. Empezaba el mito de lo nacional, fundamentado en la imagen de Guadalupe que habría venido a evangelizar mucho tiempo antes que los españoles; incluso, que el mismo San Juan la habría profetizado.
-
Y entonces, el maligno se apodera de mí, y reflexiono maliciosamente sobre el tema. ¿Es pues que el Bachiller realizó todo un prodigio de imaginería escatológica sobre el origen y destino divino de los mexicanos, o es que estaba lleno de lo que la otra escatología analiza? Si se trata de la segunda, la artificialidad de los mitos nacionales caería tan bajo como las excrecencias más detestables del ser humano y toda esa construcción no es otra cosa que boñiga; o quizá nuestro nacionalismo no resiste una brisita y cual ventosidad (oséase gas) se esparce hasta perderse en la nada. Digo lo anterior pues sorprende la facilidad con la que nos hacemos de nuevos héroes en nuestra sociedad, especialmente la televisión. Recientemente, durante las olimpiadas chinas, al ver que nuestros atletas de plano no daban el ancho de acuerdo al nivel de expectativas que siempre manejamos, las dos televisoras se colgaron de las medallas del anfibio Phelps, hasta transformarlo en un dios del Olimpo. De esa manera, hasta un pedacito de las salpicaduras de tal santidad nos cayó. Por supuesto, me refiero a la escatología decente, no a la otra. Algo muy semejante pasó con el criollo Bachiller y sus seguidores, entre los que se cuenta Sigüenza y Góngora: justificarnos en espejismos.
-
De la misma forma, no se requiere ser muy suspicaz para entender que nos aferramos a cualquier cosa para sustentar nuestro ser mexicano, así sea usurpando conocimientos indígenas y mezclándolos con concepciones occidentales para crear lo propio. Es quizá la máxima representación de la piratería, pues transformamos dos purezas, en impurezas que luego encumbramos en nuestro muy propio adoratorio particular, y terminan siendo purezas.
-
La reflexión podría seguir y seguir, pero he de controlar al maldoso escuincle que llevo dentro, pues quizá y hasta termino diciendo que la Independencia de nuestro país fue puro pun, y que la Revolución Mexicana se fue directamente a la popó; incluso que Villa y Zapata nomás la hacían de flatulencia y que, como al que obra mal, se les pudrió el conducto excretor. Digo, nomás por aquello del bicentenario y centenario, respectivamente. Podría concluir que este artículo me salió de pura deposición.
----
¿Crisis alimentaria o crisis lectora?-Israel León o’Farril (La Jornada de Oriente 27/08/08)
--
Tanto Charles C. Cumberland, en su libro Madero y la Revolución Mexicana, como John Womack Jr., en su Zapata y la Revolución Mexicana, y Friedrich Katz en su biografía de Pancho Villa informan que previo a la revolución maderista, por allí de 1906, México vivía una crisis económica derivada de la caída de los precios del maíz y del azúcar, lo cual redundó en los años posteriores en una crisis alimentaria. Coinciden también en los altos niveles de corrupción y en los constantes abusos de hacendados, empresarios y líderes políticos, que aprovechando sus lazos con el poder central hacían y deshacían a su antojo. El campo y las minas estaban a merced de la especulación de unos cuantos, y las empresas transnacionales, principalmente de los Estados Unidos, sacaban sus capitales sin que nadie pudiera decir nada. Es ahí que dos o tres simpáticos gandallas (los Terrazas, los Creel, los Limantour) medraron instalados en las posibilidades oligárquicas que propició el régimen porfirista. Los libros de historia citados con anterioridad dan cuenta de éstos y otros abusos, y en sus páginas existe la comprensión de una época determinante para nuestro país.
-
Pero no sólo la historia se encarga de exponer estas realidades. La literatura, en voz de muchos escritores geniales, como Agustín Yañez, con Al Filo del Agua, o Bruno Traven, con su ácida novela La Rebelión de los Colgados, exponen los antecedentes en diferentes regiones. Hurgan en la psicología y el comportamiento de la explotación, se deleitan al exponer la avaricia de los aserraderos de maderas preciosas en Chiapas, o de la lujuria contenida en un pueblo del norte de México gracias al control irrestricto de un párroco sobre las costumbres del lugar, caldo de cultivo para cualquier rebelión.
-
Y uno se pregunta: ¿crisis alimentaria?, ¿los Creel?, ¿un clero activo, conservador y al oído de Los Pinos?, ¿un campo prácticamente eliminado y en manos de unos cuantos? ¡Noooo!, ¡¿De nuevo?! Y sí, lo que sucede es que nunca se fueron, simplemente durmieron el sueño de los justos y esperaron a que llegara de nuevo su momento. Y llegó con la instauración del modelo a principios de los 80.
-
Hoy tenemos problemas muy similares a los que se vivían hace 100 años, y recientemente más de uno ha vaticinado un nuevo levantamiento social en el país. No quiero ser un nuevo agorero del Apocalipsis, pero me cae que es difícil no optar por esa tesis cuando las cosas siguen y siguen igual. Sin embargo, a la par de las deficientes políticas públicas con respecto al campo mexicano que han instrumentado numerosos gobiernos, priistas primero y panistas ahora, se suman deficientes políticas con respecto a lo educativo.
-
Hemos reducido el analfabetismo real, pero, al no profundizar, nos hemos quedado con millones de analfabetas funcionales que saben leer y escribir, pero poco más. Nos hemos quedado con la cómoda imagen que nos proporciona el cine, esa imagen que inauguró la película Allá en el Rancho Grande, de Fernando de Fuentes: ese ranchero dicharachero, bonachón y cantador que es rete bueno, y rete comprensivo con sus trabajadores, casi como un padre; esa imagen es continuada por la ranchera chida, una Sara García personificando a la dura abuelita de Los Tres García, de Ismael Rodríguez, y hasta nuestros días con el churro televisivo ése de Fuego en la Sangre que no hace más que modernizar al ranchero chido hasta volverlo una burla de sí mismo, y que resulta un alimento más para la calentura de las féminas de cualquier edad.
-
¿Qué hubiera sucedido si los textos arriba citados hubieran llegado en lugar de esas imágenes? Quizá otro asunto estaríamos contando en este momento, y quizá no se hubiera firmado tan a la ligera ese famoso TLC, sobre todo en el apartado del campo. ¿Será también que las elites que nos gobiernan tampoco los han leído? Quién sabe en esta administración, pero de la anterior no cabe duda. Por tanto, me parece que nuestro problema no está sólo en la falta de frijoles, maíz y lácteos, sino de lectores, lectores de libros que analicen en la historia, en el presente y a partir de la novela los diferentes vaivenes de la política en el país. Puede parecer ingenuo pensar que unos cuantos libros habrán de crear consciencia, pero, ante el panorama... la verdad es que no se vislumbra mejor solución.

No hay comentarios.: