sábado, agosto 18, 2007

Sobre demonios, ángeles y sexo.



Sobre demonios, ángeles y sexo*

Pedro Ángel Palou García
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Los demonios y los ángeles están muy cerca del deseo. Erika Rivero Almazán, reportera desde una muy temprana edad, ha incursionado con éxito en la crónica política y nos demuestra ahora, en este libro de relatos editado por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, que es también, al mismo tiempo, una gran indagadora de ese territorio para muchos vedado, que es el cuerpo. A partir del deseo que, como lo ha expresado André Bretón, es el único resorte del mundo, en Sobre demonios, ángeles y sexo, se desborda la imaginación, nos ofrece piezas únicas donde está presente la mirada atenta sobre el otro, la complicidad con los personajes, las relaciones humanas, las complejas relaciones humanas que algunos críticos (al hablar de estos temas) han calificado como “peligrosas”. A partir del deseo Erika Rivero hace que sus personajes sean los transgresores sin culpa, los amados, los que andan por el mundo descubriendo los nuevos territorios del cuerpo.
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El cuerpo es una extensión del universo. Indagar sobre el cuerpo es indagar sobre el universo. Quizá ustedes recuerden aquella frase de Jorge Luis Borges: “quien mueve una flor hace que tiemble el universo”. Y estos versos de Piedra de Sol de Octavio Paz que ahora evoco: “voy por tu talle como por un río,/ voy por tu cuerpo como por un bosque,/ como por un sendero en la montaña que en un abismo brusco se termina/ voy por tus pensamientos afilados y a la salida de tu blanca frente mi sombra despeñada se destroza,/ recojo mis fragmentos uno a uno y prosigo sin cuerpo,/busco a tientas.
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Los personajes que ha creado Erika Rivero buscan y en el encuentro (a veces también a tientas) está su redención. Ellos viven la otra experiencia que va muy cerca del deseo: la experiencia de entrar a lo poco explorado, a la muerte, a lo que se torna una débil luz al final del túnel.
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Muchos son los poetas que han encontrado en el cuerpo y el deseo la extensión del lenguaje. El cuerpo es lenguaje y es silencio. Decía un maestro que practicaba el budismo Zen que los amantes no tienen necesidad de gritarse (hablan siempre entre susurros) porque tienen el corazón muy cerca uno del otro. El lenguaje de los cuerpos, el lenguaje del deseo es entonces el lenguaje del corazón, donde se guardan las grandes emociones.
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Sobre demonios, ángeles y sexo hay mucho más que decir. Los relatos que aquí nos entrega Erika son relatos escritos con ese lenguaje del que he hablando. Los personajes no esconden nada, no tienen inhibiciones ni sufren la angustia o la soledad de la vida cotidiana. O sí pero tienen el deseo y el cuerpo a su alcance para librarse de los demonios y de los ángeles, figuras antagónicas entre las que se mueve como un péndulo el pensamiento lúdico y (también habrá que subrayarlo) el sexo como un riesgo que hay que correr en la vida. Vuelvo a André Bretón, el deseo es el resorte del mundo, entonces se vuelve a veces transgresión, sobre todo en un mundo donde los valores se imponen como reglas inquebrantables.
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En esto me ha llamado mucho la atención el libro de Erika: sus personajes y sus acciones van mucho más allá: hacen lo que sienten que deben hacer porque quizá ya no habrá otra oportunidad. El riesgo se asume y ellos lo saben. El riesgo está presente en el deseo como uno más de los otros riesgos que implica el “estar en el mundo”, si queremos usar aquí un poco del pensamiento existencialista.
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Susan Sontag, opina en su libro póstumo Al mismo tiempo, que “un escritor es alguien que presta atención al mundo”. Luego escribe que la vida se ha reducido a lo que registra la tecnología y que, hablando de la vida íntima, del erotismo, el deseo y la sexualidad, ésta es, cada vez para más personas, lo que se puede capturar en las fotografías o el video digital. Creo que este libro es un intento para que el deseo no se reduzca a la imagen y el sonido que se pueden producir tan distantes del cuerpo y del lenguaje del silencio, el lenguaje del corazón.
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¿De donde vienen las fuentes de Erika Rivero? De la cultura popular, de la cotidianidad, de lo que observa de manera inteligente. Sus personajes son conductores que convierten su microbús en un santuario. Aquí hay textos como “La candidata” donde el arribismo político se vuelve vicio e intercambio sexual. Los personajes de Erika son de carne y hueso y llenos de un deseo irrefrenable. Erika los ha estudiado bien y los conoce. Su mirada es la de quien presta atención a lo que la rodea, como lo aconseja Susan Sontag.
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La fantasía y la realidad en los textos de Erika Rivero son universos paralelos. El sueño es también parte del deseo. La escritora indaga en el deseo del cuerpo y los sueños de los otros como una constante. Y Puebla es la ciudad que habitan sus personajes.
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En el texto “El lechero llama dos veces”, Erika narra el enamoramiento de una mujer viuda por su lechero que llega a descubrirse cuando éste muere de manera imprevista. Es un ejemplo claro de cómo Erika imaginó (visualizó) el pasaje: “todas las mañanas fingía barrer la calle (ella, el personaje llamado aquí Margarita) pues el verdadero motivo de que estuviera en pie a esas horas era que no podía esperar tranquila en su cama a su fiel amante, y las ansias la devoraban a tal grado que tenía que salir a la calle pare verlo venir”. Erika observa cada detalle y lo vuelca sobre sus personajes.
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Y como opina Carlos Gurméndez en su Tratado de las pasiones: “Todas las pasiones son racionales pues se meditan, aun las que parecen más bajas, elementales y primitivas. En consecuencia, la pasión es racional y la razón apasionada.
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Lo sabe bien Erika y lo saben los personajes Sobre demonios, ángeles y sexo, libro de cuentos que no cae en la negación ni en el regodeo vacío, hay un equilibrio exacto entre el humor y la seriedad de las situaciones que se presentan. Sus cuentos son entonces crítica y regocijo. Sus personajes están siempre dulcemente complacidos.
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*Texto leído por Pedro Ángel Palou, en la presentación del libro: Sobre ángeles, demonios y sexo de la columnista, y ahora escritora, Erika Rivero Almazán, el pasado jueves 16 de agosto de 2007, en el salón Paraninfo del Edificio Carolino de la BUAP.

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