lunes, marzo 12, 2007

Introspección XXXVII.

Hoy por la madrugada continué con la lectura de Seis Propuestas para el Próximo Milenio del inigualable Italo Calvino. Toco el turno a la propuesta número tres: Exactitud.
Transcribo su idea:

(…) Trataré ante todo de definir mi tema. Exactitud quiere decir para mí sobre todo tres cosas:
1) un diseño de la obra bien definido y bien calculado;
2) la evocación de imágenes nítidas, incisivas, memorables; en italiano
tenemos un adjetivo que no existe en inglés, “icástico”, del griego Ekiautikós;
3) un lenguaje lo más preciso posible como léxico y como expresión de los matices del pensamiento y de la imaginación.
¿Por qué siento la necesidad de defender valores que a muchos parecerán obvios? Creo que mi primer impulso obedece a que padezco de una hipersensibilidad o alergia: tengo la impresión de que el lenguaje se usa siempre de manera aproximativa; casual, negligente, y eso me causa un disgusto intolerable. No se vaya a creer que esta reacción corresponde a una intolerancia hacia el prójimo: lo que más me molesta es oírme hablar. Por eso traro de hablarlo menos posible, y si prefiero escribir es porque escribiendo puedo corregir cada frase tantas veces comos sea necesario para llegar, no digo a estar satisfecho de mis palabras, pero por loe menos a eliminar las razones de insatisfacción que soy capaz de percibir. La literatura –quiero decir, la literatura que responda a estas exigencias- es la Tierra Prometida en donde el lenguaje llega a ser lo que realmente debería ser.
A veces tengo la impresión de que una epidermia pestilencial azota a la humanidad en la facultad que más la caracteriza, es decir, en el uso de la palabra, una peste del lenguaje que se manifiesta como pérdida de fuerza cognoscitiva y de inmediatez, como automatismo que tiende a nivelar la expresión en sus formas más genéricas, anónimas, abstractas, a diluir los significados, a limar las puntas expresivas, a apagar cualquier chispa que brote del encuentro de las palabras con nuevas circunstancias.
No me interesa aquí preguntarme si los orígenes de esta epidermia están en la política, en la ideología, en la uniformidad burocráticas, en la homogenización de los mass-media, en la difusión escolar de la cultura media. Lo que me interesa son las posibilidades de salud. La literatura 8 y quizá sólo la literatura) puede crear anticuerpos que contrarresten la expansión de la peste del lenguaje.


Es revalorar a la palabra dándole su peso exacto sin restarle la posibilidad de la expansión, pero sin regalar la oportunidad de la brevedad. En ambos casos, siempre con una profundidad.
En un rato veré a Mario Bellatin. Por la tarde s presentará el Nº 6 de la revista Revuelta, motivo por el cual, está aquí Bellatin.Ayer, mi tía-abuela, Andrea lleva por nombre, entró en una etapa non grata para nadie. Jamás deseada, pero quizá, a veces inevitable. Siempre ha tenido problemas de circulación, ahora, al parecer ha afectado la oxigenación al cerebro, dicen puede tener coágulos, que provocan una memoria escasa, casi nula. Hoy, por la mañana salio de un encierro de cuarto que tuvo durante todo el domingo, su cuarto huele a miados. Le cuesta trabajo caminar. Mi madre ha llorado ayer. Hoy también.

2 comentarios:

Clarice Baricco dijo...

Anotaré el libro que recomiendas.
Espero que esté mejor tu abuelita y tú por supuesto, echándole ganas.

Te abrazo jovencito

indianala dijo...

Hola Fredito, Lamento que tu tia aluelita este enferma, mimala y el olor a pichin se va con agua y perfume, pero los mimos, se sienten siempre.

Leo que estas en una gran iniciativa, la de llamar las cosas por su nombre?, ja

No discutiría el rigor léxico de Italo Calvino, pero me quedo mil veces con la franqueza de Eduardo Galeano.

Fuerte abrazo.