jueves, mayo 24, 2007

Velasco presenta "Éste que ves" (Diario Milenio-México 24/05/07)



Xavier Velasco, un niño que juega con la escritura

Este libro es la recuperación del niño al que siempre negó, dice el autor. Empezó a contar historias para evitar problemas con sus compañeros de clase.

Había una vez un niño que no soñaba con ser bombero ni astronauta ni siquiera deseaba conquistar al mundo: sólo quería ser escritor. Aunque suene a lugar común, sí pensaba en ello desde que tenía nueve años de edad, seguro de que ya contaba con una historia digna de ser compartida.

Aquel niño lleva el nombre de Xavier Velasco, quien superadas las cuatro décadas de existencia descubrió la historia de un pequeño que se salvaba del infierno a través de la invención de un juego: la escritura.

Una relación lúdica con la literatura reflejada en el libro Éste que ves (Alfaguara, 2006), cuyo espíritu no amaina, mucho menos cuando Xavier regresa a esos días y le lanzan avioncitos de papel esos lectores a los que invitó ayer a su juego-presentación de libro, en el Centro Cultural San Ángel.

Niño entre malcriado e ingenuo que un día quiso alejarse de las matemáticas, al fin ya formaba parte de aquellos que se quedaban sin salir al recreo, con la firme intención de ponerse a escribir, sabedor de que por cada historia recordada siempre debía estar otra imaginada y así por siempre. Así hasta ahora.

Por ello se vuelve a contar a sí mismo pero no dentro de un libro, sino en la vida ¿real? Mejor dicho en el juego escénico que le sirvió no sólo para presentar de forma oficial la novela sino para recordar que aún sigue siendo un niño entre ángel y demonio, que al fin de ambas formas se nutre el ser humano.

Escenificación de recuerdos, la mayor parte emotivos: la evocación del niño perdedor que no sabía jugar futbol ni basquetbol y que escuchaba las canciones de Raphael, de aquel que siempre pensaba decir cosas originales pero que terminaba escuchando abucheos y que se negaba por ello a salir del encierro de los recuerdos. Así por su memoria se acusó de haber mentido entre los 8 y los 12 años, lo cual le producía muchos conflictos internos, aunque estaba seguro de su destino final: el infierno.

El juego-presentación

El libro toca temas dolorosos, que son triunfalmente dolorosos para el escritor porque puede darse el lujo de reírse de ellos: “vamos, tampoco es nada que no le pueda pasar a cualquier niño, no creo haber tenido una infancia especialmente difícil, también fui un niño consentido”, acepta.

A su espalda se encuentra un pizarrón, un viejo escritorio y una silla que en nuestros recuerdos de la infancia era ocupada por uno de los personajes más odiados: el maestro. El juego sigue: Xavier Velasco invita a que lo ataquen con esos avioncitos que poco a poco comienzan a aterrizar a sus pies.

Éste que ves surgió debido a que quería encontrar la respuesta a por qué un niño se convierte en un apestado, aún cuando sigue sin saber cómo pasa eso. Mientras tanto los supuestamente inofensivos avioncitos comienzan a producir otra forma de dolor al rescatar aquella infancia. ¿Cuál fue el juguete que nunca tuvo? y sólo responde: amigos.

“Yo era malo para todos los juegos, en cualquiera sabía que iba a quedar en último lugar, no sabiendo qué hacer con eso me acerqué al juego de la escritura, al final no había nadie que me supervisara o que me dijera si sé o no escribir”.

De aquellos días de infancia se dio cuenta que la única forma de mantener la boca cerrada para no tener problemas con sus compañeros de escuela era contar historias, lo que realmente le ha interesado y mantiene hasta ahora. Historias que entretejen ficción y realidad como una especie de venganza hacia él mismo como escritor.

Para Marisol Schulz, directora de Alfaguara, los libros de Xavier Velasco mejoran el silencio “nos complementan y nos dicen mucho más de lo que leemos”.

Éste es el adulto que rememora al niño que fue. Es el escritor que no entiende las historias con finales felices sino llenas de perdedores, de hombres y mujeres que luchan por entenderse a sí mismos. Es la recuperación del niño al que siempre negó sin saber que ese pequeño ahora reconstruido a partir de la memoria y de la ficción se convertiría en el único héroe que ha tenido en la vida.

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