Suponer que aún estás ahí y caminas candida por el pasillo que lleva rumbo a tu cuarto, nuestro cuarto, ahora mi cuarto, un cuarto en el que descanso semidesnudo mirando hacía la ventana, esperando un no sé qué o intentando hallar una respuesta sin una pregunta formulada, que bien podría ser lo equivalente a la sala donde irán a velar mis restos: grande y lujosa, pero en el aire una sensación tóxica.
Abrazar la almohada e imaginar que una mano se esconde en tu cabello mientras la otra busca tus desnudos pechos y todo sólo porque esa almohada guarda el olor de tu perfume, tu olor.
Dormir esperando tu vuelta y no despertar hasta no saberte a mi lado.
1 comentario:
Llegará, llegará.
Saludos soleados
Publicar un comentario