domingo, febrero 18, 2007

Introspección XXVIII

El viernes pasado termine la novela A Sangre fría de Truman Capote. Es una novela impactante y espeluznante. No se me hace justo que Capote no sea un autor principal en la materia que llevo en el Collhi denominada: Tendencias Contemporáneas I (dejo en claro, que no estoy diciendo que el profesor que me imparte dicha materia sea malo, estoy convencido que Ramírez Arenas es uno de los mejores maestros del Collhi, pero siento que Capote sí debe ser analizado en esa clase). Tiene el mismo valor que Faulkner. Claro, desde otra óptica, pero es igual de valioso. La novela es fría, dura. Es la vida misma. Uno se puede adueñar de los personajes. Te puedes identificar con alguno de ellos. En especial, sentí lastima por Perry. No merecía la muerte. En fin, después volveré a Capote, sólo releeré el prólogo que el mismo hizo para Música para Camaleones y la entrevista que aparece en el valioso libro: El Oficio de Escritor.
Ahora, estoy con uno de los escritores latinoamericanos, mejor dicho, uno de los escritores mundiales más importantes que dio Chile: Roberto Bolaño. He leído la primer parte de los Detectives Salvajes entre este sábado y domingo, soy lector lento, lo sé, pero he disfrutado lo leído hasta el momento. Me dan ganas de ser García Montero, a veces no, prefiero ser nadie de la novela. Es patética, no por el contenido ni lo dicho, sino por las circunstancias y caracteres que conforman y rodean a los personajes de la novela, al menos, hasta donde llevo leído, esa impresión me da.
Es un libro de 609 páginas en la edición compactos de Anagrama. Aparenta ser pesada casi como una Ana Karénina, pero es ágil y divertida. Y creo eso hará una lectura menos cansada.
En fin. Espero acabarla en lo que me resta de febrero. La facultad roba tiempo y energías.
El miércoles es mi cumpleaños número 22, todavía no sé que haré con la banda de amigas y amigos. Espero y algo divertido.

No hay comentarios.: