viernes, julio 28, 2006

Balística existencia.

Navego en las penumbras
del abismo que lleva tu nombre,
como una bala que busca donde parar,
tal vez mi pasado material
se remonte a eso,
y no más,
una bala disparada por un sardo
en Tlatelolco, el negro 68.

El hartazgo de la incertidumbre me carcome
la pólvora que me resta para lograr
al menos un impacto decente,
conforme caigo, pierdo toda esperanza,
se me esfuma la pólvora,
no hay lógica para esto.
Tampoco la hubo cuando decidimos
que teníamos la capacidad
para escribir un cuento rosa:
vivieron juntos y felices.

Pero ni juntos ni felices.

Ni la metafísica pudo unir
a tu femenina presencia, encarnada
en la sombra de las calles que visitó
con este común transeúnte.

Mi balístico amor intenta impactarse
en un fantasma sin éxito alguno.
Empiezo a creer que mi profesión
no es la del poeta que evoca,
sino de la de una bala, errante y sin pólvora.

1 comentario:

alejandra dijo...

muy buenas imagenes, y el s{imil del poeta con la bala me fascinó, además asi me siento yo aveces tambien...

la poesía está en el aire