martes, mayo 08, 2012

El cerebro del diablo (Diario Milenio/Opinión 07/05/12)



No espera uno de un libro que lo revuelque y estruje y reconforte, aunque tal vez sea eso lo que más desea. Que la novela llegue y tome el control, hasta el punto de hacerlo a uno dudar si en realidad se trata de una novela. Que nos cuente las cosas de manera que deje la sensación de que no solamente se refiere a ellas, sino a todas las cosas. Que a todas partes donde vayamos no podamos por menos de hablar de ella, y al hacerlo reunamos cantidades ingentes de entusiasmo y vehemencia. Que, con todo, nos quede la sensación de no haber abarcado ni descrito lo bastante para dejar bien claro por qué aquél es un libro imprescindible. Espero, sin embargo, que quien haya llegado hasta el fin de este párrafo se lleve en la memoria cuando menos el título: HHhH.

“¿De qué trata?”, preguntan, y uno se cohibe porque de nuevo teme que cuanto diga parecerá prosaico, si no vago y pueril. Himmlers Hirn heisst Heydrich (“el cerebro de Himmler es Heydrich”), solía comentarse entre los oficiales de la inmensa pandilla de asesinos que desde siempre fue la SS-Waffen; de ahí el peso del truculento acrónimo que da título a la novela de Laurent Binet y equivale a decir que el nauseabundamente célebre Reinhard Heydrich es nada menos que el primer responsable por la Solución Final (despreciable eufemismo, da escalofríos emplearlo). ¿Pero qué estoy diciendo? Esta novela no trata del Holocausto, su historia es anterior a los primeros campos de exterminio. Y no obstante queda la sensación de haberlo visto entero a través de ella.

Laurent Binet ha investigado febrilmente. Lo sabe casi todo sobre el burócrata más temible y sanguinario de la SS en particular y el Tercer Reich en general, pero no va a contarnos una biografía. Se ha informado al detalle sobre los pormenores de su ajusticiamiento y no vacila en contagiar su simpatía por los protagonistas del incidente, aunque tampoco es ésta una novela propiamente heroica. Más todavía, no acaba de constarme que sea una novela.

Antes de HHhH, recordaba borrosamente otro libro que leí hace apenas un par de años: The Killing of Reinhard Heydrich, donde Callum MacDonald narra con eficacia y pulcritud la legendaria Operación Antropoide. ¿Cómo pude olvidar los nombres de Jan Kubiš y Jozef Gabcík, titanes solitarios que sin más medios que voluntad, ingenio y la pequeña ayuda de unas cuantas familias valerosas propinaron el golpe más osado en la historia de la resistencia al nazismo? Binet lo explica en una sola línea, que en alguna medida define la naturaleza de su intento: “Para que cualquier cosa pueda penetrar en la memoria, es preciso antes transformarla en literatura”. Y añade, con un más que probable nudo en la garganta: “No está bien, pero es así.”

Es verdad que este libro equivale a un gran nudo en la garganta. De esos nudos que inevitablemente se hacen querer. No transcurre, además, en los tiempos que narra, sino ya entrado el siglo XXI. El autor-narrador creció en tierra francesa, escuchando leyendas familiares en torno a aquellos héroes, de modo que apellidos como Gabcík, Kubiš y Valcík le acompañan mucho antes de lanzarse a narrar su historia inenarrable. Y lo acompaña uno, sin condiciones, una vez que a su lado descubre que no escribe esta prosa de vuelos kunderianos para demostrar nada en especial, sino apenas “por necesidad de consuelo”.

Pareciera que Laurent Binet camina de puntitas por la historia que cuenta. Le da vergüenza improvisar un diálogo, y así pide permiso para reconstruirlo. Es como si escribiera ya no para el lector, sino a su lado. Imposible entrever, no obstante, cuánto de lo que cuenta está documentado, pues al cabo de las primeras páginas nada es tan bienvenido como esta confusión providencial. Más allá de narrar, como varios han hecho y él así lo consigna, los intríngulis de la gesta heroica, Binet pinta un retrato siniestro del demonio y se lanza a fungir como exorcista. Ciertamente, la historia de HHhH ocurre en escenarios gemelos del infierno, ¿pero quién dijo que a esas profundidades no hay sitio para un chorro profuso de ternura?

Es una pena pergeñar estas líneas tras leer HHhH nada más que una vez. Ya se sabe, no obstante, la urgencia que lo toma a uno por rehén cuando se topa con un libro indispensable, cuya escritura acusa, línea tras línea, un virulento esfuerzo de sobrevivencia. Un libro que es una obra maestra, pero antes de eso es una gran hazaña. La clase de epopeya solitaria que uno, como lector, sospecha también suya.

No hay comentarios.: