lunes, diciembre 14, 2009

Glosario para peleles (Milenio/Opinión 14/12/09)

Hay quienes creen que es fácil ser pelele. Tanto, argumentan, como tomar dictados y seguir instrucciones al pie de la letra. Pero la letra peca de engañosa, especialmente si pululan en torno los inquisidores. Hace falta un olfato especial y unas reglas bien claras para encontrar asiento en las piernas del ventrílocuo. Dummy, se le llama en inglés al muñeco del hombre o mujer que dice cosas sin mover la mandíbula. Un muñeco pecoso, o en su defecto un atontado. Un bobo. O, por qué no, un pelele. La industria editorial conoce ya cientos de títulos escritos “para dummies” —en este caso, principiantes al tanto de su torpeza— y sin duda hay millones de primerizos que los leen y consultan sin complejos. Un pelele, no obstante, se asume como eterno primerizo. Sabe que nunca es suya la última palabra, ni la primera. Tiene prohibido creer en sí mismo, por alta o confortable que sea su posición. Nada de extraño hay en que, a la vista de tantas limitaciones, el pelele se exprese por medio de eufemismos, y en ellos se refugie de su condición, al tiempo que hace méritos y se gana el prestigio de obediente (nada que no hayan visto, por ejemplo, quienes vivieron los años setenta). He aquí algunas propuestas, para lo que se ofrezca.
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Asamblea. Llámase así a la toma colectiva de dictado, conducida desde el templete redentor por los oficios del Gran Ventrílocuo. Toca a los asistentes alzar la mano, y en su caso la voz al riguroso unísono, siempre que el Gran Ventrílocuo lo ordene por intermedio de una amable sugerencia. Una vez consumado el consenso automático, las frases más sonoras del dictado toman la forma de consignas incendiarias.
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Berlus-KOT. Knock Out técnico al final del mitin. Interpelación extrema y desesperada contra los dictados del Gran Ventrílocuo, por la cual se demuestra que ni siquiera con la mafia entera de su lado logra éste conservarse del todo impune.
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Dedo. También conocido como falange, sirve tanto para agraciar con un upgrade a los peleles más empeñosos como para apuntar hacia los desafectos y endilgarles el sambenito de traidor. Muy útil asimismo a la hora de dictar, toda vez que una diestra esgrima del dedo índice sumerge a los enérgicos peleles en una hipnosis plácida y satisfactoria (ver: Traidor).
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Delegado. Llámase así al pequeño mandamás que administra un botín al servicio del Gran Ventrílocuo. Entre más conflictiva e ingobernable sea la delegación, mayor será el poder del delegado, y con certeza el monto del botín. Pero que conste que es un poder prestado, tal cual se presta una vaca lechera. Pobre de aquél que crea que la leche es suya.
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Diputado. Militante de un grupo de choque al servicio del Gran Ventrílocuo, habituado a pelear con la razón invariablemente de su lado, armado de inmunidad parlamentaria y dispuesto a cualquier atrocidad o calumnia para imponer los designios del Gran Ventrílocuo, o en su caso evitar el progreso de alguna iniciativa no autorizada.
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Elección. Acción y efecto de elegir las opciones específicas y únicas que sin lugar a duda confirman y consagran la estricta voluntad del Gran Ventrílocuo. Cualquier otro cociente transforma la ecuación —es decir, la elección— en fraude y desvergüenza. Para aspirar a ser llamadas democráticas, las elecciones deben acatar al dedillo la voluntad del Pueblo (ver: Pueblo y Dedo).
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Encuesta. Levantamiento puntilloso de datos entre la población que confirma el olfato natural y las estimaciones del Gran Ventrílocuo. A este respecto, cualquier resultado que se aleje del parámetro apunta hacia una artera conspiración y sus propagadores deben ser señalados públicamente.
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Juanito. 1. Nombre genérico con el que se designa a los paleros que por su condición sencilla, su fama de incondicional y su estatus de mero utensilio temporal no requieren de nombre ni apellido. 2. Equivalente humano del nombre Solovino.
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Juez. Los hay de dos clases: el imparcial, que en el nombre de la obediencia debida hace de su cargo un pelelato, y el vendido, que tiene la arrogancia de pensar por su cuenta e inclusive atreverse a aplicar leyes y medidas desaprobadas por El Pueblo Mismo (ver Asamblea).
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Ley. 1. Eficaz instrumento de coerción hecho para aplicarse con gran rigor en los enemigos del Gran Ventrílocuo y al propio tiempo legalizar cada uno de sus pasos y tropiezos, así como los del pelelerío resultante. 2. Eficaz instrumento de omisión que permite eludir trabas y requisitos engorrosos al pelele resuelto a moverse por debajo del agua —entre Roma y Sicilia, por ejemplo— en nombre de la causa.
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Opinión. Cuando no es expresada por un conspirador, ésta consiste apenas en aplicar a las sabias palabras del Gran Ventrílocuo unos cuantos matices de la propia personalidad. Fuera de ahí toda opinión probable no es más que calumnia, insidia y canallada. En esto los peleles son escrupulosos: huelen y reconocen al que opina distinto igual que un centenar de pollos blancos a uno pardo. Reñido oficialmente con la ostentación, el pelele hace uso de una opinión que nunca será suya.
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Prensa. Se divide en vendida y democrática. La primera se vale de los anuncios comerciales para hacer su trabajo informativo independiente, costeable y rendidor; la segunda está en manos del Gran Ventrílocuo, que la usa para difundir profusamente sus delusiones más extravagantes, bajo un aura de legitimidad que ahorra a todo el mundo la monserga de probar lo que se dice, cuando ya está hasta impreso en las pancartas.
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Pueblo. Dícese de aquella colectividad muda, sufrida y bienintencionada que se expresa a través del Gran Ventrílocuo, quien interpreta cada una de sus inquietudes y demandas en la certeza de que jamás se equivoca; de ahí que tampoco él se pueda equivocar, y quien así lo crea no se le enfrente a él sino al Pueblo entero.
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Traición. Acción abominable que consiste en decir por cuenta propia lo que jamás salió, y tampoco saldría, de los labios del Gran Ventrílocuo. ¿Qué va a hacer un ventrílocuo si a sus muñecos les da por hablar y opinar sin su autorización? Un pelele o palero que elige no ser tal es un traidor y un quintacolumnista: palabra de ventrílocuo.

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