jueves, diciembre 13, 2007

David Huerta ante la crítica



Diario Milenio-Puebla (13/12/07)
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Asistí, invitado por José Prats Sariol, a la sesión de crítica literaria en donde se expusieron los trabajos de los alumnos del taller que imparte en la Universidad de las Américas. Durante un semestre completo se estudió con meticulosidad el libro Incurable de David Huerta, premio Xavier Villaurrutia en el año 2005 por Versión y autor también de un poemario importantísimo para la literatura mexicana: Cuaderno de noviembre.
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David Huerta escuchó las reseñas que se fueron presentando sobre Incurable y luego pasó a realizar un comentario de cada una de ellas.
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Ameno, sencillo y mostrando su gran conocimiento en materia de poesía, David Huerta fue redescubriendo su obra, su extenso poema publicado por la editorial Era.
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Este 2007 se cumplen veinte años de la primera edición de Incurable. Entonces la invitación que la Universidad de las Américas le hizo a David Huerta, fue al mismo tiempo una celebración por los primeros veinte de Incurable. Narró el poeta que el título original del poemario (llamó versículos a los versos, en clara alusión a los pasajes bíblicos) era “Caldo”, pero que los editores y sus amigos le hicieron ver que ese título no era el más afortunado. Una velada muy amena. Estar ante un poeta como David Huerta, escucharlo, es un verdadero privilegio.
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De las reseñas que ahí se leyeron hablaré muy brevemente de dos de ellas. De Claudia A. Muñoz Campos se leyó la reseña titulada “Incurable: compromiso poético y más en tiempos inciertos”.
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Cita la autora al comienzo y del propio Huerta: “Por fatalidad, por elección personal, por gusto de las palabras y por amor a mis seres queridos vivos y muertos quise escribir poesía, pero no he conseguido, todavía, escribir el poema”.
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Más adelante agrega que la única manera de explicarse la vigencia de una obra publicada hace veinte años se debe a que ahora resulta propicio “replantear temas vitales respecto a la poesía, sobre todo aquella que emana de una militancia intelectual”. ¿Dónde cabe –se pregunta— una obra como Incurable?
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Y se responde: “es un texto guía que funge como brújula”.
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En su momento y en su reseña titulada “Los azares del espejo”, Miguel Ángel Andrade comentó que la reunión era un ágape para celebrar los veinte años del poema. Y expresó que “En Incurable (…) se advierte un largo caminar, un movimiento que aún en los instantes de inmovilidad sigue maquinando sus reflexiones. Un motor que no para de respirar. David Huerta –dijo– es de aquéllos a quienes Bonifaz Nuño se dirigía en el poema 24 de “Los demonios y los días: para los que quieren mover el mundo/ con su corazón solitario,/ los que por las calles se fatigan/ caminando, claros de pensamiento”.
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David Huerta comentó cada una de las reseñas en un ejercicio de crítica y autocrítica. Hizo referencia de la poesía mexicana y habló de su generación. Creo que Andrade resumió bien la poesía de Huerta en estas palabras: “Es un poeta del deseo, un interminable deseo que desborda sus contornos a una dimensión de infinitud.”
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Celebremos entonces los veinte años de la primera edición de Incurable.

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