domingo, mayo 06, 2007

Introspección LX.

No sabe qué hacer de su vida. Quisiera continuar, pero un miedo la carcome por dentro. La gente le fastidia. Los hombres la aburren. No sirven para amar, pero si para coger. Animales al fin de cuentas.
Ayer saliendo de su rutinaria clase de Mercadotecnia en esa facultad de mierda que ya la tiene harta, decidió aceptar la invitación de ese pelagatos de Juan. El plan es ir al bar-antro de moda, bailar un rato, chelear otro mientras toman valor para luego coger como empedernidos en la casa de cualquiera de los dos. Claro, ninguno de los dos lo dice, pero lo saben. A ella, Edna, no le gusta para nada Juan, pero se siente sola, tiene dos semanas de abstinencia sexual y se siente más abandonada que cualquier caso de una Muerta de Juárez. Juan la desea desde que la vio en uno de los pasillos de la facultad y espera esta noche comprobar lo que casi todos dicen: si quieres saber que se siente coger con una pornostar, Edna es la indicada. Desde luego Juan sabe que ella está lejos de ser una estrella porno, le falta silicón, es una belleza muy mexicana: menudita, pecosa y piel morena con rasgos de haber sido clara, Acapulco o Cancún impregnados en la piel de Edna; cuerpo sino escultural, al menos si moldeado, estético, pero no lo suficiente para llegar a una pasarela internacional, pero con lo necesario para sobresalir de entre la demás variedad femenina que caminan por la facultad.
La vida, sabemos que es curiosa. Edna y Juan se encuentran en el bar de moda compartiendo la misma cerveza, después ella se abrirá de piernas para recibir su mediana verga y fingir que lo está disfrutando y se correrá sólo para que Juan sienta que cumplió en la cama; pero Juan desconoce que exactamente hace dos años Edna en ese mismo bar se encontraba bailando con Roberto, el amor de su vida, quien después de desvirginarla, la dejaría por otra chica. Edna mucho menos sabe que Juan, hace dos meses, estuvo a punto de suicidarse por una mujer que sólo quiso coger con él, por agregar uno más a la cuenta. Cada uno entendió, por su cuenta, que el hombre y mujer son unos animales que como único objetivo tienen coger, a veces mantener la especie, pero en la mayoría de los casos, coger por coger. El amor es el pretexto y los detalles ya de caricias o de presentes, son la inversión que hacen para después poder cobrar factura.
A los dos el amor les ha defraudado, pero el sexo los quema más. Se ha vuelto una droga, consumirla es divertido, sabroso, pero después del viaje, vuelven a una realidad que desean ocultar, saberse solos, víctimas de sí mismos, sabedores de que sus sueños poco a poco se fueron hundiendo en un profundo mar.
Pero sólo son víctimas del destino y van a donde este los lleve. A pesar de que cada estancia signifique ir muriendo. Animales al fin de cuentas. Los hombres sólo quieren coger y las mujeres sólo coleccionar hombres como prendas de vestir.

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