domingo, octubre 22, 2006

Introspección XI.

Me siento a escribir una hora antes de que acabe el sábado, normal como todos, quizá, pero tuvo un detalle íntimo y añorativo. Familiar.
El viernes pasado, la aposición paternal que lleva mi nombre y quizá desafortunada porque un personaje bastante estúpido de la tele lleva ese nombre, ¡maldito seas chespirito, con todo respeto!; tuvo doble festejo: el cumple número… de mi madrina Licha, la única que sabe hacer el huevo revuelto de tal manera que se ve amarillo y blanco y no queda tan salado; y su hijo, mi primo, que se dice ya capaz para recetar drogas permitidas por el sistema de salud de nuestro decadente México. Ya es Lic. en Medicina, esa ciencia de los nombres raros con medicaciones que parecen ofensas en otro idioma. Lo que me autoriza a apodarle hijo de su socrática o guevárica suerte. Bien, ahora sólo necesita agarrar su motocicleta treparse en ella, enseñarme a conducirla y perlarnos juntos a conocer de Puebla para abajo hasta llegar a la república hermana de Borges y Maradona. Un festejo que se volvió un regresar en el tiempo, mientras platicaba con ese galileo de mi apreciación de la literatura actual y atrasada, del fenómeno Peje-FeCal que aún sigue afectando el conciente e inconciente colectivo de este país en ruinas; a la mente me venía las veces que en casa de Salud nos sentamos a escuchar al desafinado Lora y su trascendental Tri, o cuando nos sentamos en su casa antes de dormir a escucharlo hablarme de los Scouts y su fundador, o de las culturas mesoamericanas y él y nadie más que él tiene la culpa de que descubriera la trova, también de Paty, pero acá el protagonista es un matasanos; en fin. No se pueden objetar mis paseos por los Fuertes de Loreto y Guadalupe con él o por los Ferrocarriles, quizá sin quererlo el me amoló y acabe siendo un intento de literato, un poeta según afirman algunos, pero como Sabines, prefiero ser un peatón. Sin duda, los recuerdos aparecieron con la intensidad que el vino tinto -argentino y patrocinado por otro de los culpables de mi acercamiento a los libros: mi padrino Agustín- nadaba por mi boca y Luis Javier, mi sobrinito y la neta del planeta, la sabiduría que no alza la voz y opta por el juego, golpeaba intensamente mi estómago.
Entre tanto ir y venir de la mente y con una coca-cola con hielos aún lado, me asaltó Salud y sí, había que decir salud por el galileo ya oficial, por los exactos de la familia que recaen en Paty, Miguel y Magguie (¿cómo los Simpsons?), por los analistas de la mente representados en Gaby, por la proliferación de triunfos en lo exacto que recae en los cercanamente-lejanos primos como Israel, Areli o del atrevimiento de hacer cultural el noticiero deprimente de Valerio y que recae en Mryam. Y por qué no salud por Neto el que no habla nunca, pero aguas si habla de deportes, no hay quien lo calle, por Gemita, otra callada, pero dicen que si le dan un lápiz es capaz de hacer que la Arquitectura no sea tan dura. Salud por el más inteligente de todos Luis Javier y su grandilocuente niñez, no le importa otra cosa que no sea jugar, gritar, brincar, desobedecer y decir lo que piensa como se debe: directo y hasta de forma tierna.
Salud porque en sábado como este, olvide que AMLO perdió el camino, que FeCal es eso y no más, que el PRI no veo para cuando pueda sacar la iglesia y la empresa como las dueñas de los destinos de mi México, olvide lo tanto que odio la Lingüística y deje de añorar esas quesadillas de quesillo bien derretido con tortilla de maíz que podía comer cada miércoles o viernes antes de ir jugar fútbol. Salud por Salud y lo digo con una coca-cola con hielos porque así se le debe recordar a Salud y dar la bienvenida a los triunfos nuevos de esta familia en la que caí por accidente.
Otra de vino tinto, por favor, porque hoy me re-invente y el niño, el sabio, no soy yo si no mi sobrino. Y una coca-cola de tres litros por el historial y significado que carga mi aposición paternal desafortunada por la burla de chespirito, pero enorme por todos los seres que componen esa familia.
Y una de vino blanco, porque algún día mis jefes entenderán mi forma de ser y mi hermana aprenderá y aprehenderá mi extraña y a veces fría forma de ser.

4 comentarios:

alejandra dijo...

te leo =)

Clarice Baricco dijo...

Buen desahogo.
Vivan las letras!!

Sovka dijo...

HOLA :)
TE MANDÈ UN CORREO POR ESTOS DÌAS; GRACIAS POR EL POEMARIO, YA LO COMENTAREMOS CON CALMA ( ME ENCANTAAAAAA)

TE DEJO UN ABRAZOTE.

Sandra Becerril dijo...

Es extraño cuando nadie entiende o cuando todos entienden... la cuestión es que te dejes llevar por tus letras, como hoy... brindo con coca cola

besos