viernes, noviembre 25, 2005

Leyéndome

En mi jardín las rosas dejaron de crecer
ante el insoportable color de la lejanía.

Mi mano sufrió el abandono de la pluma.
Prefirió ir detrás de tu sombra.

Mi alma también mudo de cuerpo,
opto por el calor que le brindan tus senos.

Estoy solo como un árbol en otoño.

El cielo se encarga de escribirme
tanta realidad, pero prefiero
seguir soñando con tu presencia
en cada banca en la que me siento a leer.

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